El otro día, leía un artículo en La Tercera, el cual hablaba sobre las relaciones, y que profundizaba acerca de "dejarla ir". Me llamó la atención, dado que ella fue la que terminó, y que el luto es súper fuerte, dado los años y que los recuerdos buenos ganan sobre los malos (que hubo), pero me ha costado mucho darme cuenta de qué me hace mal y qué me hace bien.
A veces, me dan ganas de mandarle una carta (error al 10000%) diciéndole qué siento, porque sé que ella ya me olvidó y nunca más me volverá a hablar. Pero, al leer el artículo que comento... me quedo con el siguiente párrafo que me encantaría decirle:
“Te tengo que dejar ir y llevo un rato lidiando con eso. Porque no quiero hacerlo, porque te quiero conmigo y porque me gustaría encontrar la manera de quedarme. Pero no puedo hacerlo sin comprometer mi bienestar y eso ya no es negociable. Te quiero y me quiero, por eso te dejo ir; no desde el enojo o el resentimiento, sino desde el cuidado y la ternura. Porque ambos merecemos lugares que nos ayuden a crecer y en este momento no podemos ser eso el uno para el otro. Y no me cierro a conectar contigo en otro momento, cuando estemos en un lugar y con herramientas distintas, porque por ahora la mejor forma de cuidarnos, es la distancia. Así que gracias, te quiero y hasta pronto”.