Siempre era la segunda opción. Onda, no era prioridad. En nigngún sentido. En cierta forma, era un suplente. Estaba en reserva.
Ya no más.
Sin darme cuenta, comencé a gestar una destrucción paulatina de esa relación que solamente me confundía y me ataba a alguien que no valía la pena, que me hacía perder el tiempo y por sobre todas las cosas, me desgastaba.
Y pasó, se fue al carajo. Y ahora que miro hacia atrás, qué mierda importa si al final del día fue un peso menos. De alguien que me veía como un simple y triste comodín en su vida.
Eso era y seguí siendo hasta que desapareció de mi. Ya no soy la reserva de nadie. Soy prioridad.
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