viernes, 16 de octubre de 2009
Te vistes y te vas
Entonces, eso fue todo. Viniste, me dijiste lo mal que estabas, lo necesitada de cariño, afecto, compañía que estabas. Me miraste, lloraste, te acercaste, me abrazaste y me dijiste despacio que nunca habías podido olvidar cuando estuvimos juntos...
Y me besaste... y pensabas que iba a poder resistirme a tu cuerpo, tu olor, tu voz, tus besos, tus manos recorriéndome... no pude, no pude, te tomé, hicimos el amor, desesperado por llegar a ese sabor al que no llegaba hace años, a esas piernas que recorrí, besé, acaricié lentamente, pero con firmeza...
Qué pensabas, en serio, qué mierda pensabas que iba a hacer si estabas ahí, frágil, buscándome, después de tanto tiempo, no hablamos, no nos buscabamos... no pude resistirme a hacerte mía una vez más, cada una más fuerte, vehemente, decidida, que la anterior y estabas caliente, ardiendo, pidiéndome que no te dejara.
Aunque fuera sólo por esa tarde.
Luego te vestiste, te fuiste. No me dijiste nada. Sólo un "gracias por escucharme". Ese fue el premio final. Tu amor, se quedó en mi cama junto a mi piel... fui tuyo, fuiste mía otra vez sin que nada ni nadie lo planeara...
Y sin que se vuelva a repetir, te vistes y te vas.
jueves, 15 de octubre de 2009
La costumbre al dolor
Dicen que finalmente terminas acostumbrándote a las cosas. Que cuando pasan muchas cosas en tu vida, al volver a suceder, ya no te afectan. Y una de esas cosas puede ser el dolor.
Me ha pasado que comienzo a acostumbrarme. Antes, por casi dos años, me levantaba cada mañana con un enorme dolor en el alma. Que era tan grande, tan triste, tan angustiante, que no me dejaba respirar. Pero comenzó a calmarse. Poco a poco.
Ahora, no puedo vivir sin momentos de dolor.
Pero comienzan a ser indoloros. Sin sentido, tanto como rascarse la cara al picarte un mosquito. Cotidianos. Enfermizo, lo sé. También duele.
Siento tener que involucrar muchas veces a personas en este tipo de cosas que nada tienen que ver con mi alma desgarrada y dañada. La vida se encarga de entrelazar situaciones y a veces, no puedo detenerla.
Espero que algún día llegue la sanación final. Ya sea de mi parte (estoy haciendo el esfuerzo, lo prometo), como tuya...
Que así sea.
miércoles, 14 de octubre de 2009
No sé nada
Al final, no sé nada de ti, ni de mi, ni de nosotros, ni de ellos, ni de nadie. Adivino los pasos del dolor como un ciego trata de captar las vibraciones con las que se encuentra: con incertidumbre.
Quisiera adivinar lo que sucede, pero no puedo. Entrar en tu mente y entender lo que sientes, aunque sea por momentos, saber qué piensas de mi, de ti, de nosotros, de ellos...
No espero más que encontrarme con esa fuente de los deseos y pedir, fervorosamente, que algún día logre entrar de lleno en tu alma, comprenderla, quererla, establecerme en ella, ser parte fundamental de la misma, y al mismo modo, que sientas lo mismo contigo.
Pero son cosas que nunca sabré, porque te perdí... tanto como he perdido mi concienca y mi razón...
sábado, 10 de octubre de 2009
En silencio (perpetuidad)
No me dices nada. Me miras y te quedas en silencio. Luego, pasan unos días. Ambos no tenemos idea del curso de nuestras vidas. Y sigues en silencio. Yo también. Los dos callados, tanto de hecho, como del corazón.
El silencio, lleva al olvido. Y está bien. Al final, eso nos hace bien a ambos. Sobre todo a ti, que me importas más. No quiero que me olvides, pero es la única forma, la única manera, no tengo otras, sé que lo logré.
Aunque piense en saber si sigues bien, si estás tranquila. A la vez, imagino que piensas en mi. Pero, eso es utópico, no soy parte importante de tu vida, lo cual está bien. Es mejor para todos.
Tanto sacrificio por los demás... por dentro es tanto el dolor.
viernes, 9 de octubre de 2009
Rincones Universitarios
Caminaba en la noche por la universidad. Se me hizo tarde y no pude ver una presentación a la que me habían invitado. Así que, decidí volver a mi casa. Y caminé por esos mismos rincones, que recorrí solo, acompañado, bien acompañado, malditamente acompañado.
Vi esa plaza. Esos bancos. Esos pastos. Esa sala. Esa calle. E imaginé quienes iban en ellos. Y estaba yo y...
No tengo excusa para recordar tales situaciones más que la soledad. Esa que embarga el alma, pero que comienza a ser tan necesaria que finalmente, sólo te quedas con el recuerdo de esas personas o situaciones o, en este caso, lugares.
Y miré hacia el cielo tratando de olvidar. Hasta que di la vuelta, miré la puerta de esa sala y vi, más claro que nunca, como nos íbamos secretamente hacia otro lugar a querernos como tanto esperábamos... y nos íbamos separados y luego, en esa calle, frente a esos departamentos, nos tomamos de la mano y no nos soltamos nunca más toda esa tarde, hasta la noche en que estuvimos juntos...
Juntos...
jueves, 8 de octubre de 2009
Siempre termino recordando...
Al final del día, termino recordando. Siempre, en cada relación, al final soy el que recuerda, mas no el que olvida. Eso es sencillo. Se basa en buena memoria y... sentimientos sinceros. Demasiado grandes. Infinitos. Reales.
Cada vez que camino por la calle y miro hacia el cielo, tengo algún recuerdo guardado en mi corazón que simplemente aflora desde mi interior. Y es como si estuvieras ahí, con esa carita tan inocente, tan chistosa, tan alegre, ese caminar tan nervioso, esos pasitos que me daban ganas de abrazarte y cuidarte para siempre...
O me viene a la cabeza esa risa incompleta que le faltaba felicidad, pero que llenaba el espacio en el que nos encontrabamos los dos y esos ojos que no paraban de buscar mi alma o esa voz que me decía al oído cuánto me deseaba...
Sí. Siempre termino recordando.
miércoles, 7 de octubre de 2009
Esperando un mensaje
Estoy al frente del televisor sin hacer nada. Lo observo, pero no lo digiero. Ni siquiera sé qué están dando, al parecer una escena de sexo que dejo pasar con fluidez. Luego la cambio hacia un infomercial. Son las cinco de la mañana. Es todo normal. Miro hacia el techo por un pequeño instante, esperando poder dormir. Es tarde (o temprano, como quieras) y no sé porqué luego doy vuelta mi cuerpo hacia el velador.
Esto de estar desvelado.
Miro mi celular que tengo en silencio, pero prendido. Reviso una vez más por si me ha llegado un mensaje. Uno tuyo. De esos que sueles escribirme a estas horas. Como que estabas viendo un nuevo video o que te dolía un dedo... o simplemente un "te quiero".
De esos "te quiero" que me hacían dormir como un lirón.
Nada. No decía nada. Te iba a mandar uno para saber si dormías. Lo hice. Y no me llegó respuesta. Avanzaban las manecillas de mis relojes y mi desesperación aumentaba, no porque no me contestaras (el hecho como tal), si no porque necesitaba imperiosamente de un mensaje tuyo, la obsesión aumentaba de tal forma que me comenzaban unos mareos horribles, de pronto sudor frío, no llegaba, 20, 30, 45 minutos y no había respuesta y mi corazón latía a mil por hora y no podía más...
Hasta que sonó.
Tonto, me despertaste! :P, pero no importa, porque me voy a poner a photoshopear unas fotitos :P, besos, te quieroooo!
Apagué la luz y lloré. Qué va a pasar el día en que me dejes de mandar esos mensajes... qué va a pasar?
martes, 6 de octubre de 2009
Un simple perdón
Si estoy aquí hoy día, es para decirte que lo siento muchísimo. Sí, sé que mi reacción no fue de las mejores, de hecho, pienso que fue super pendeja. Es que realmente hay cosas que me afectan y bueno, reacciono... Sí. Sé eso también. No estoy en edad para eso.
No me mires así. Sé que no tomas el peso de mi disculpa, pero es que realmente estoy arrepentido, arrepentido de no haber podido manejar esto. También de hablar de más. Es complejo todo esto, porque tengo claro, demasiado claro, que no puedo echar pie atrás en todo lo que dije e hice...
Por eso te pido perdón.
Tantos sentimientos encontrados y tantos momentos desperdiciados. No quiero que se vuelva a repetir, juro que no quiero eso... por eso lloro ante ti aunque me vea patético y te ruego que olvides cada gesto, palabra y acción que pudo haberte dañado...
Es eso o desaparecer...
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