lunes, 23 de febrero de 2009

Serie de eventos inesperados


Hoy en el metro vi a alguien que era hermosa. Era realmente linda. No podía imaginar un viaje sin ella. Y a la vez, pensé que aunque la encontrara hermosa, ella no era para mi. Nadie lo es y jamás lo será, aunque lo pida a gritos o ni siquiera lo busque, no existe. Sencillamente porque no lo merezco. Porque es más fácil así, porque de esa forma no le hago daño a nadie. A nadie; ni a mi mismo...

No soy nada desde que agoté todo mi amor en ti. Y ni siquiera sé si vale la pena siquiera recordarlo. No tengo amor. No tengo cariño. Cuando lo intenté, cuando creí poder encontrarlo... No tengo amor. Ya no me quieren. Ya no quiero.

Solamente sé que esa linda muchacha se fue a seguir su perfecta vida, mientras yo en mi puesto me imaginaba en los próximos años reflexionando lo mismo pero convencido de que esta es la vida que me tocó. Así debe ser.

A veces siento que no quiero amanecer. Estoy mal y estoy solo. No tengo a quién decírselo. Quisiera que me llamaran y me dijeran que todo estará bien, que me tranquilice... pero eso nunca pasará. Necesito tanto que... Perdoname. No te molesto más.

sábado, 21 de febrero de 2009

Debe ser así


Ese viejo dicho que reza: "La distancia hace el olvido" tal vez sea cierto. Tal vez sea cierto y necesario. Porque nos encontramos en situaciones que lo ameritan. Y personas que lo necesitan. Lejanía. Tiempo. Olvido.

Es una lástima, porque generalmente no se busca que se olviden de uno. Pero, cuando no hay otra salida, cuando las cosas no dan para más o simplemente no se puede hacer nada para arreglar las cosas, sin echarlas a perder en alguna forma, es la única opción. Eso, conjugado con el hecho de que la otra persona merece eso. Merece estar mejor. De verdad.

Cuando se ve que las cosas no mejoran o las empeoras más, es bueno dar un tiempo para que se apacigüen las aguas. Pero puede ser un arma de doble filo. Puede ser que el olvido sea tan o aún más doloroso que todo el proceso anterior. Piensa en cuan importante es la otra persona, su bienestar y... te podrás dar cuenta si todo el proceso es tan necesario o no.

Ojalá algún día halle otro tipo de solución. Hasta ahora, aunque esta resulte, duele. Y no me agrada. Para nada. Hurmmm...

jueves, 19 de febrero de 2009

Prozac - Cap. 3


Hora de mi fluoxetina. Necesito de ella. Mil veces mejor que cualquier polvo mágico. Eso sí, no mejor que un buen polvo. Luego de tomar mi agua especialmente traída de Europa, la cual no contiene sales minerales que dañan las paredes del estomago, ya que la misma pasa por numerosos procesos especiales que hacen que se purifique en su estado máximo... me dirigo hacia mi escritorio solamente para contemplarlo. No tengo ganas de trabajar hoy.

Tal vez sea porque empecé agitada mi mañana y mi hora de almuerzo fue bastante fuera de lo común. Pero fuera de aquello, creo que debo buscar algo en qué distraerme. Tomo mi chaqueta y parto. Total, soy el jefe. Puedo hacer lo que se me dé la puta gana.

En mi auto automático comencé a observar a los transeúntes que pasaban. Mayoría mujeres. La mayoría, apetecibles. Deliciosas. Debería estar con cada una de ellas. Así lo deseaba, era irrefrenable, debía tenerlas. No me quedó más remedio que visitar el colegio en el que siempre estaciono cuando siento el mismo deseo animal. Ahí está ella. La mejor alumna de ese céntrico colegio católico. Y también la que tiene la más suave entrepierna.

Esa chica no parece de 18. En realidad, se siente de mayor experiencia. No sólo físicamente, notablemente puedo afirmar que es una excelente oradora (en todo sentido) y muy reflexiva. Y nunca me molesta. No hace problemas. Lo recomendable para alguien como yo.

Estaba esperando en la misma esquina. Ella sabe que una vez a la semana me vienen las ganas innegables de romper su ropa interior con el ímpetu y las ganas de un quinceañero. Subió a mi auto disimuladamente, aunque noté ciertas miradas envidiosas de algunas apoderadas que saben que soy un tipo exitoso y además insaciable en la cama. Por lo menos sus hijas eso le deben contar.

Se subió y de inmediato tocó mi paquete. Duro. Fuerte. Ella sabía qué hacer. No tan rápido. Lo mejor aún no empieza.

Me empezó a hablar en el oído mientras viajábamos. Me hablaba de las ganas que tenía de no parar de cabalgarme mientras recitaba un poema de De Rocka. Le dije que ese tipo me apestaba porque bien sabido es que se llevaba pésimo con Neruda. Así que me calenté aún más.

Llegamos al lugar de siempre. Me contó algo de que le quedaban pocos meses de colegio y que, ser mayor de edad era más que cumplir 18. Casi me dio la lata. Menos mal la hice callar con un fuerte beso con lengua. Fue delicioso. Tocame. Muerdeme. Aprietame. Lastimame. No pares... (continuará)

martes, 17 de febrero de 2009

Clandestino


Dicen que las relaciones clandestinas son muy entretenidas. Pero a veces, este tipo de relaciones pueden ser más dolorosas de lo que muchos creen. Porque si siempre te dicen que no, siempre te ocultan... e incluso te niegan (eso sí que duele)... entonces simplemente es porque causas vergüenza.

Causar vergüenza duele. No te lo dicen, pero con los "juntemonos sin que sepan" o "no cuentes que estuviste conmigo" o "hagámoslo a escondidas por ahí" es bastante decir. O con el simple hecho de que te nieguen ante los demás... es signo de que algo pasa. La respuesta es bastante más simple de lo que crees...

No te quiere. Es simple. Solamente busca eso que buscan las personas para no sentirse solas... compañía. Y cuando encuentran a un tonto(a) que puede darselas, la toman. Pero no es nada más que por eso. No quieren eso que tienes en el interior, no quieren lo que tienes en tu corazón. Quieren compañía. Quieren a alguien. Y tú se lo das.

Cuando te pase algo parecido, es mejor estar atento. Si es muy seguido y siempre te dicen lo mismo, pon ojo. O simplemente la 1era vez que te nieguen ante los demás (sobre todo si crees que es algo importante) solamente piensa en ti mismo y reflexiona quién vale más. Si tú o la otra persona. Si quieres de verdad a alguien, siempre te dará igual que todos lo sepan... ya verás que es más fácil que ocultarlo, mucho más fácil...

domingo, 15 de febrero de 2009

Prozac - Cap. 2


Me quedo frente al monitor de LCD Viewsonic que acabo de adquirir la semana pasada para el PC Intel Quad Core de mi oficina, mirando como las personas creen que conociendo gente en Facebook lograrán tapar sus patéticos vacíos personales, cosa que prefiero hacer visitando un cabaret en donde te cobran por una francesa, pero por lo menos mantienes el status quo.

En eso que reflexiono sobre cómo podría hacerles entender sin tener que torturarlos psicológicamente, aparece mi secretaria. Hoy se ve aún más caliente que de costumbre, lo cual hace que se me entiese el miembro inmediatamente, por suerte, no es problema.

Se dirige directamente a mi escritorio para recordarme que el horario de almuerzo es a las 2.00 pm y que ya son las 2.02 pm, por lo cual estoy retrasado y el almuerzo dura una hora. Le digo que hoy no tengo hambre (pastilas de mierda que me tienen con ganas solo de follar y dormir) y que me quedaré en la oficina. Entonces, ella, en vez de salir, cierra la puerta y se dirige con los ojos entre cerrados (esos ojos que ponen las mujeres antes de saber que se echarán un polvo) y comienza a sentarse en mis piernas.

No desmiento que la exctitación que tenía era enorme, considerando que por fin iba a probar la entre pierna de mi secretaria que tantas ganas tenía de morder. Comenzó a hacerme esos cariños y darme esos besos que solamente dan las mujeres que quieren... y que además conocen lo que te gusta. Eso me comenzó a dar dudas, a la vez que calentar. Porque hacía cosas que solamente hace alguien que de verdad te conoce... y sentí que ya la había tenido en mis brazos, que ya había tocado sus suaves pezones y sus frías nalgas. La conocía. Ya lo había hecho con ella.

Era eso o los ansiolíticos hacían su efecto de crearme realidades que no son. La cosa es que me estaba desvistiendo mientras me lamía, mordía y besaba todo mi torso... en eso, pensé que el piso era más cómodo que la silla. Lo hicimos lento, suave... no como suelo hacerlo con alguien que no conozco. Saborié su cuerpo y ella el mío. Una hora de sexo. Una hora de almuerzo.

Se vistió y yo hice lo mismo. Cuando salió y me miró con el rostro de que "volveré", sentí que necesitaba a alguien en mi vida. Alguien que después de hacer el amor, pudiera abrazar y querer. Pero esa etápa ya pasó y no puedo más que esperar una cacha en la oficina. Es la única mierda que puedo esperar. (Continuará)

miércoles, 11 de febrero de 2009

Resignación


La resignación es la etápa más difícil por la que pasa el ser humano. Ya sea porque siempre desea estar en una posición "mejor" que la actual o porque simplemente busca que todo sea a su pinta. Eso es algo que definitivamente no entenderé.

Al final, cuando estás a punto de llegar a la etápa de la resignación y la aceptación de una realidad por sobre otra que te creaste por ser soñador e idealista (mala idea, muy mala), entonces te das cuenta que las cosas son más fáciles cuando las aceptas simplemente.

O sea, en resumidas cuentas, lo que hay que aceptar es el hecho de que no se puede luchar contra lo establecido por los que te rodean. A veces, las cosas no son como uno piensa, cree... e incluso llega a imaginar. Las cosas son como se te presentan. En mi caso, bien como las weas.

Pero, como ya a estas alturas me importa un carajo lo que suceda, ya no interesa, no lucharé más. Ni por mi, ni por otros. Las cosas sucederán porque tienen que suceder y listo. Y si no pasan, tampoco interesa. Si todos los días es el fin del mundo para ti, algo está mal, no crees.

La cosa es que no me interesa si algo resulta. No me importa si algo no sale como lo tenía pensado, si me pillan por algo malo que hice o si llego con caña al médico o si anoto mi celular en una servilleta de restaurant para una mesera sabiendo que no llamará.

Ya no importa nada. Si algo sale bien, pues qué bien, pero si no... al carajo, da igual!

San se acabó.

lunes, 9 de febrero de 2009

Prozac - Cap. 1


Me tiembla la mano al escribir. Me tiembla la mano al leer el diario. Un nódulo de mierda comienza a salirme en el cuello. Tomo mi santo prozac. Todo pasa. Un valium sería perfecto pa la mezcla del día, si no fuera porque anoche me di una sobredósis de esa wea y todavía no se me pasa el efecto.

Tengo que llegar al auto. Por lo menos es automático. Si tuviera que pasar cambios como los weones, choco. Además voy apurado. Me acabo de pegar un polvo que no me dejó satisfecho. La muy perra hace la mitad de las cosas que hace una mujer de verdad. Incluso una que no ama hace más. Bueno, de qué me puedo quejar, si estaba más drogada que yo.

Veo que en la guantera de mi auto me queda otro valium suelto. Quizás esté vencido, me da igual... compensará la carga de anoche. La mujer con quien tuve sexo sin protección desea subirse a mi auto. Jura que recuerdo su departamento. Confiaré en su juicio.

Creo que comienza a tiritarme el puto ojo. Efecto de los ansiolíticos que me mete el bastardo de mi psiquiatra. Para eso estudian tantos años. Para drogarte o hacerte creer que avanzas. Hace años que no avanzo. Necesito un jale. Pero lo dejé hace años.

Así, mientras bajo por la Kennedy a 100 por hora, como si no hubiera futuro, la mina me dice que me conoce de antes. La veo, como no la vi la noche anterior y la muy hija de puta era una mina que conocí en el colegio, cuando era pendejo. La más rica del 2do B. Y que me dejó pagando como a muchos que traía caliente.

Cuando lo pensé, la vi detenidamente y me detuve en su entre pierna para luego volver a mirar esos pechos que habían sido míos... me di cuenta de algo: que la mina más rica del cole era como las weas en la cama.

La dejé en su depto y me fui raja a la pega. Creo que rozé un par de autos de esos que se pagan en cuotas. No me importa, mientras esté mi secretaria (que me tiene ganas y prefiero que las siga teniendo, porque así se calientan más) y mi café en el escritorio, el resto me importa menos que mi mismo. Mucho menos. (continuará)

sábado, 7 de febrero de 2009

Capricho o Realidad


El otro día mientras miraba por la ventana de la oficina y conversaba con un compañero, me asaltó una duda. A estas alturas no sé si estoy pensando en alguien por carpicho o en realidad siento algo. Ni siquiera le doy muchas vueltas al asunto y pasado el tiempo he comenzado a confundirme.

No sé si es porque conseguí algo y no llegué siquiera a la mitad del juego o porque prefiero una posición que otra. En resumen no tengo idea qué siento por quién. Y eso, cuando lo pienso bien, me intranquiliza.

Pero, como siempre hay un pero, eso es sólo por mi parte. El otro lado de la moneda sé exactamente lo que siente. O por lo menos creo saberlo. A veces me pregunto... su negación es porque realmente no quiere o porque siente que no debe querer?

Si es lo 1ero, pues pase. Sin embargo, siendo la 2da opción bastante viable, me quedo en ceros. Y eso sería lamentable. Para ambos.

Como no sé muy bien, creo que si es capricho o realidad no es influyente. Ya pasará. Aún me queda la duda. Pero pasará. De todos modos, me inclino por la realidad más que el capricho.

Quién sabe. Tal vez hubiesemos sido felices. O lo seremos. El destino es como una voluble puta...