"Permanecí ahí, bajo la luz del fuego, abrasado por el calor. La mancha
de sangre en mi pecho era como el mapa de un continente nuevo y
violento. Me sentí purificado. Sentí como este tenebroso planeta giraba
bajo mis pies, y supe cuál es ese secreto que solo los gatos conocen,
ese que les hace gritar como bebés en la noche.
Miré al cielo a través
del intenso humo lleno de grasa humana y vi que Dios no se encontraba
ahí. Vi esa oscuridad fría y vacía que se extiende hasta el infinito, vi
que estamos solos. Vivimos nuestras vidas, puesto que no tenemos nada
mejor que hacer. Más adelante, ya les buscaremos un sentido. Venimos de
la nada; Tenemos hijos, que se encuentran atados a este infierno al
igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más. La existencia
es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando
nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún
sentido, salvo el que decidimos imponer.
Este mundo que vaga a la deriva
no esta moldeado por vagas fuerzas metafísicas. No es dios quien mata a
los niños. Ni es el destino el que los despedaza, ni es la casualidad
la que se los da de comer a los perros. Somos nosotros. Solo nosotros.
Las calles hedían a fuego. El vacío respiraba con fuerza en mi corazón,
convirtiendo sus ilusiones en hielo, haciéndolas añicos. Entonces
renací, libre de garabatear mi propio diseño sobre el lienzo en blanco,
en cuestiones morales, que es este mundo. Era Rorschach."
- Rorschach
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