jueves, 9 de julio de 2009
Ese deseo...
Cada vez que te me acercas, cada vez que siento que me abrazas, cada vez que veo que me miras a los ojos, bajo la vista para observar tu cuerpo. Y lo deseo. Cuando te aproximas y me hablas con esa voz que me llena de ganas de averiguar cómo suena al gemir, también te deseo. No hay forma de quitar estos pensamientos.
Al acercar tu mejilla a la mía, puedo sentir cómo me estremece. No sé qué hacer más que fingir, tanto como se puede fingir un orgasmo, que no pasa nada por mi mente más que seguir escuchándote, en vez de amarte y tenerte. Eso quiero, eso me encantaría, no sabes cuanto.
Contengo este sentir hace tanto tiempo que no lograrías comprenderme, me dirías que debí haberte tomado por la cintura, haberte besado fuerte y haberte hecho sentir placer, tanto placer como el que sueño algún día sentir a tu lado.
Tiemblo al imaginarme diciendotelo o atrapándote en la pasión que me embarga cada día más, haciéndote partícipe de lo que siento que es tan fuerte y que es instintivo y que es irrefrenable.
El deseo no puede más dentro de mi. Me consume porque no puede consumirte, necesito de esto, necesito de ti... lo necesito ahora.
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