sábado, 4 de octubre de 2008

Indeleble


No puedo vivir sin ver tus ojos. No puedo. Y a la vez, cuando los veo, siento el dolor más grande de todos porque no los puedo tener cerca de los míos. No puedo sentir esa mirada callada, tierna, curiosa... esa mirada suave que me decía que no podía ser más feliz...

No puedo vivir sin tus labios. Los más suaves que he tocado y que tocaré nunca. De donde salían las palabras más cautivadoras que jamás haya escuchado, esas que no volveré a escuchar... porque ya no me hablan a mi.

No puedo vivir sin tu cabello. Ese que me acariciaba el rostro cada vez que te consolaba. Cada vez que te abrazaba. Sólo lo puedo contemplar de lejos. Muy de lejos.

No puedo vivir sin tu atención. Esa que me prestabas cada vez que te veía. Esa atención de niña pequeña que tanto me enamora. Esa preocupación que me hizo llorar de alegría.

No puedo vivir sin tu alegría. Esa que me hacía pensar que tanta espera había valido la pena... la que me hizo pensar que eras única y que no había nadie más.

No puedo vivir sin ti. Pero a la vez, cada vez que te contemplo de reojo, no puedo sólo pensar en lo triste que es no estar a tu lado. No estar cuando me necesitas. Simplemente no estar. No poder tenerte en mis brazos y besarte en la frente diciéndote que todo saldrá bien mientras sollozas...

Y eso me hace sufrir. Un sufrimiento pequeño que dejo pasar en tanto tú seas feliz. Sé que será así. Lo deseo de todo corazón... aunque no pueda vivir sin ti.

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