Las personas nacemos fuertes. Desde el instante en que logramos salir de la "guatita de la mamá" que somos fuertes. Pero esa fuerza nos dura hasta que necesitamos valernos por nosotros mismos. Eso sucede generalmente hasta la adolescencia, en donde como la palabra lo dice adolescemos lo suficiente como para poder madurar (bueno, en la mayoría de los casos)
Entre experiencia y experiencia crecemos lo mejor posible. Y ese crecimiento se refleja en como afrontamos diferentes situaciones. Sufrimos, lloramos, reimos, nos burlamos, nos preocupamos, odiamos, nos enrabiamos, son tantas las emociones que nos permiten vivir que no podría enumerarlas. Pero sí decir que nos hacen más fuertes...
Es un camino que nunca se debe dejar de recorrer, pase lo que pase, aunque uno no quiera, aunque sea doloroso muchas veces y una alegría constante en otras. La fuerza es una parte de la historia de cada uno de nosotros.
Esta es la entrada n°100 y desde octubre del año pasado he recibido más de 1000 visitas. Eso me mantiene contento, pero no es por eso que escribo, escribo porque me ayuda a liberar mi alma, mi cabeza y sobre todo, me hace funcionar las neuronas, jajajaja... gracias a aquellos que pasan por acá...
Y fuerza, mucha fuerza, ya?
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