domingo, 19 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 18 (Re-Publicación)

Han pasado algunos meses desde ese maldito día. Ahora, no me queda nada más que la mierda de rutina que me envuelve. No tengo nada más que eso a mi alrededor, además de mi secretaria cómplice que, desgraciadamente, se conforma solamente con sexo. Digo desgraciadamente no porque sea algo que me moleste, si no que CON ELLA me molesta.

Es que, lo chupa mal.

No solamente debo lidiar con una enferma ninfómana que no sabe practicar el sexo oral, si no que también debo lidiar con el hecho de que en las noticias ya se está dando a conocer esta desaparición. La muy puta pertenecía (se metió con un saco de weas con plata) a una familia bastante reconocida en Europa (poderosa sobre todo) y eso me molestaba. Algún día podrían averiguarlo, además que también me afectaba el hecho de que se follara a ese imbécil que salía a cada rato por la tele.

Tenía cara de tenerla chica.

Por suerte, mientras avanzaban los meses, salió un loco medio imbécil (habemos pocos locos que somos inteligentes, se nos llama genios incomprendidos) que dijo que la violó y se la comió, que iba a pedir rescate, pero le dio hambre verla desnuda y sangrando.

Hay cada psicópata.

Así que el caso se cerró con el pobre tipo pasándose películas (tal vez fue a otra a quién se lo hizo y las confundió, qué carajos sé) y el caso cerrado. Todo a mi favor, como por fin debieron ser las cosas desde el principio.

Así y todo, me daba pena. Al final, tuve que eliminar ese peso que tenía en mí única y exclusivamente porque el monstruo que ella me implantó al follar conmigo fue creciendo y creciendo hasta encontrarla, para casi volver a penetrarla como tantas veces imaginé, para terminar...

De todos modos me daba pena.

Ahora veo todo de mejor forma. Incluso a la puta de mi secretaria. No lo sabrá chupar, pero por lo menos sabe guardar un secreto.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 17 (Re-Publicación)

Y llegamos a un terreno baldío que está a los pies de la Pirámide, cerca de donde yo vivía antes. Relativamente cerca, pero barrios que conocía muy bien. De pronto, al ver el cuerpo amarrado fuertemente en bolsas de basura, me di cuenta que había un solo lugar dónde hacerlo desaparecer y con qué hacerlo desaparecer.

-Vamos por parte, como decía nuestro colega Jack...

Dije, mientras comencé a cortar pedazo tras pedazo ese puto cuerpo que TANTO me había hecho sufrir y que ahora yacía eliminado, pulverizado, inerte, ante mi mirada fría, maldita, esquizofrénica, acompañado por una mujer tanto o más enferma que la que acababa de matar y que, seguramente, terminaría matándose camino a casa, por la impresión.

Había tiempo y ganas, así que luego de cortar los pedazos del cuerpo, comencé a echarle parafina y a quemarlos, tanto como fuera posible. Era un lugar apartado y nadie, absolutamente nadie llegaría a molestarnos.

Había tiempo.

Luego de ver cómo se carbonizaba todo, encontramos un chuzo en el lugar, por lo cual (siempre y en cada momento) con los guantes de cuero de vaca que compre en mis últimas vacaciones en Europa (putas como las de allá no hay en ninguna mierda de país), comenzamos a pulverizar cada trozo de osamenta o miembro que estaba en el lugar.

No digo que no fuese asqueroso.

Luego, volvimos a quemar el lugar, poniendo aserrín encima de lo que aplastamos. Y de nuevo lo hicimos, esta vez, con diarios viejos (que habían en mi departamento). Luego, comenzamos a regar el lugar, gracias a que había un pozo cerca (todas las condiciones dadas, el puto lugar era ideal).

Después, volvimos a poner aserrín, aplastar y quemamos por última vez. Después, esparcimos cal, tierra de hoja, dejamos parejo el lugar (que era amplio, por ende difícil de rastrear) y listo. Lo contemplamos un pequeño instante.

No podía creer lo que acababa de hacer. Era ella a quién maté. Lloré, lloré y no pude dejar de llorar, mientras reía y lloraba y mi secretaria se fue al auto, prendió un pucho, lo fumó y también lloraba en el auto, sentada...

Caí de rodillas y lloré y reí y reí y lloré...

-Seca esas lágrimas (me dijo sollozando mi secretaria) y vámonos a casa...

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 16 (Re-Publicación)

Cuando llegó, se sintió abatida. Estoy seguro que le impresionó ver un cadáver en mi cama. Más aún, cuando allí habíamos hecho el amor tantas veces, las mujeres son muy impresionables. Entonces me preguntó que qué había sucedido, que porqué las cosas habían llegado a ese punto y, obviamente, quién era la tipa muerta tendida en mi cama.

Le dije su nombre. Entendió de qué se trataba todo.

Entonces, comenzó a dar vueltas por la habitación buscando una serie de cosas para poder llevarse el cuerpo. De pronto, la vi siendo participe de un crimen, podríamos decir, pasional. Aunque en gran medida, también es culpa de las pastillas que tomo. Realmente pueden hacerte mal, no querida?

Fue allí cuando vi fijamente el culo de mi secretaria, mientras trataba de sacar el cuerpo de mi cama. Me le tiré encima y la quise penetrar. Y así fue. Lo hicimos al lado del puto cadáver de esa puta de mierda. Y fue altamente excitante, tanto que me corrí más de una vez en un solo polvo.

Me ha pasado a veces, nada anormal.

De repente nos vimos los tres tirados en la cama, los 3 bajo la petit mort, aunque una ya llevaba una large mort, pero para el caso es lo mismo. Nos vestimos y comenzamos a movernos para disipar las dudas. Nadie debía darse cuenta de que sacábamos un cadáver de mi loft. Por suerte, mis mierdas de vecinos ni siquiera saben cómo se llaman entre ellos, tan apersonales, tan escoria, que, cuando tenga oportunidad, también los eliminaré, menos a la niña de al frente, tiene 16 y promete ser tan estrecha como su entrepierna intenta mostrarme. Sabores que debo, sin duda, aprovechar.

Por suerte poseo una maleta lo suficientemente grande como para que quepa el cadáver. Así que, es solamente cosa de doblarla bien para acomodarla. Le rompimos la espina, lástima. Pero, cabía. Eso era lo importante. Así que nos movimos ligeramente hacia el auto, con cara de calientes, aún estábamos así, pero más exagerada, así si alguien nos veía iba a creer que nos íbamos raudos hacia unas vacaciones juntos.

En ese momento, veo a la niña de 16 con su uniforme escolar. Qué ganas de tomarla del brazo y tirarla a mi cama, y darle lo que tanto quiere, cómo se mueve, cómo camina, cómo se le ven esas piernas que quiero lamer...

Me distraje. De nuevo.

Subimos al auto. Entonces, eché la maldita maleta y partimos. Qué hacer con el cadáver.

-Tengo una buena idea. ¿La combustión espontánea es para ti una opción?

Pensé un momento en que esto es una soberana molestia.

-Hagámoslo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 15 (Re-Publicación)

Estaba apretando fuertemente su cuello. Sin darme cuenta, comenzaba a cerrar sus ojos lentamente. Esos ojos que alguna vez miré tan fijamente, mientras la follaba. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. Los entrecerraba y le brillaban, de placer, gozo, amor. Esa vez, juro que detecté amor.

Así que lo metía más fuerte. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. Adentro...

Ahora, no estaba en medio de un polvo. Estaba ahorcándola de la forma más dolorosa posible, pero a la vez, la más silenciosa. Esa maricona se lo merecía, por puta. Por toda la mierda que me hizo pasar, por todo lo que me hizo y me sigue haciendo hasta el día de hoy...

-Te gusta calentarme, cierto? Te encanta ver como se me abulta el paquete, pero sabes qué? Eso se acaba hoy, AHORA. Todos estos años de mierda pensando "porqué", pensando en qué había pasado. Eras tú, después de todo, eras tú la desequilibrada, la enferma, la esquizofrénica, la bipolar, la fronteriza y toda esa mierda psiquiátrica que los doctores intentan meterte en la cabeza. Eres una puta que no sabe respetarse ni siquiera a sí misma y ahora, mirame, mirame fijamente perra concha de tu madre, que soy un reflejo de todo lo que fuiste, eres y serás siempre por los siglos de los siglos, amén...

Comenzaron incoherencias en mi mente. Era de suponerse. Estaba a punto de terminar con una vida humana y no me era agradable en lo absoluto. Pero ese era yo siendo persona, el yo siendo victimario, el yo siendo asesino. De pronto me dijo algo que estuve esperando cada vez que follaba a una mujer, cada vez que me cagaba a algún weon en la pega, cada vez que cometía una injusticia frente a la sociedad, cada vez que miraba fuera de la ventana esperando una llamada que fuera de...

-Perdón. Por favor, perdónameeee...

Y fue su último suspiro.

Estuve dos horas con la cabeza gacha y las manos temblando. Ella, solamente era una mancha en la cama del departamento y mi vida, era parte de esa mancha lo que me provocaba escalosfríos y espasmos cada 5 ó 7 minutos. Por primera vez en años, en muchos años, lloré. Como un niño pequeño que necesitaba un dulce.

Caminé, caminé y caminé hacia la ventana del loft y vi hacia el suelo. Entonces, me di cuenta, que aunque fuera capaz de matar, no llegaba al punto de eliminarme a mí mismo. Tomé mi BlackBerry Bold y llamé a mi secretaria. Fue como llamar a tu mejor amiga y que ella llegara de inmediato a ayudarte. Tu mejor amiga.

Me he puesto sentimental. Me han dado ganas de vomitar mi Alfombra Persa. Asco.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 14 (Re-Publicación)

Paseamos en mi auto, luego de conversar en aquel restaurante. Es como si volviera al pasado, pero con la diferencia de que no andábamos abrazados por el Metro de Santiago queriéndonos. Seguía hablándome de su vida, de las cosas que le pasaban, de las cosas que quería que le pasaran. Con esa voz que me hacía sentir persona, con esa actitud que me hacía recordar que las cosas fueron buenas en algún momento.

Le dije si quería follar. Me miró y me dijo que fuéramos a mi departamento y viéramos. Con eso comprobé que había cambiado.

Al menos eras fiel puta de mierda.

Debo confesar que estaba demasiado nervioso. Como nuestra primera vez. En que me mostraste el amor que podía sentir de otra persona... cosa que no he vuelto a hacer, eso le resta, digamos, fuerza a los orgasmos.

Te mostré el lugar como si fuera un niño pequeño, rápidamente, esa sonrisa con la cual te recordaba y que alegraba mi corazón (en algún momento tuve eso que llaman corazón) se presentó. Me estaba ablandando.

Sí, eso era. Me estaba ablandando.

Y ahora comenzabas a felicitarme por todo lo que he logrado, por todas las cosas que tenía, por lo que estaba haciendo por lo que iba a hacerte maraca de mierda, te tomé por la cintura y te besé como antes besaba, con fuerza, pasión, con nuestras lenguas jugando. Te llevé hasta la cama jugando con tu entrepierna y la mía, mientras se rozaban, nos tendimos y te dije que siempre estaría aquí para ti, que no me dejaras, pero lo dije bajo, muy bajo, tanto que ni siquiera yo mismo entendí lo que dije y me miraste con esos ojos llenos de deseo, que de pronto pararon.

-No, mejor no, ya? Esto nunca debió haber sido ni será. Ni volverá a seeeeeee......

Antes de que terminaras la frase, ya te estaba ahorcando. Fuerte. Cada vez más y más y más y más y más y más y más y más...

jueves, 9 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 13 (Re-Publicación)

Al saludarla, sentí nuevamente su piel. Esa piel que me recordaba las veces que abusó de mi y las veces en que fue recíproco. Al escuchar su "hola", con esa voz temblorosa, no pude más que imaginar que la tenía al frente diciéndome cuanto me quería, mientras deslizaba sus manos en mi entrepierna y urgueteaba hasta encontrar lo que le producía mayor placer.

Es la misma puta de siempre.

Nos sentamos, su figura no está igual que hace años. De hecho, diría que está como cuando la conocí, luego enflaqueció, cosa desagradable para mi, aunque no niego que hay flacas que son excelentes en la cama, que es lo fundamental en una relación basada en el sexo, sexo y un poco de masoquismo, pero en este caso si uno conoce a alguien con buenas curvas, creo que debería quedarse así o cuidarse. A pesar que sé que la razón fundamental de que estuviera así cuando la conocí, fueron las pastillas, ella sí tomaba, no como otras maracas que te obligan a actuar enfundado cuando es lo más incomodo que existe.

Eso quiere decir que está tomando pastillas. Está con alguien. La muy conchadesumadre.

Relaciones estables, una frase que no funciona conmigo, por eso soy exitoso, solo, pero exitoso. No como ella, que es exitosa pero acompañada. Dos cosas que no van conmigo, definitivamente.

-Te ves diferente. Han pasado los años, pensé que no me volverías a hablar más, con lo raro que te pusiste al final...

-No, todo lo contrario, siempre te recuerdo (sobre todo cuando follo). Es más, de hecho si no te invito no recuerdas que existo, de eso estoy seguro.

-Tal vez sí, tal vez no. Es que, te comportaste tan raro al final, que no sé si acordarme de ti sea apropiado, menos ahora... ¿te conté que no vivo en Chile supongo...?

-No, a penas hemos hablado cuando te volví a contactar (fuera de Chile?, a qué puto te follas que te lleva para otros lados?, qué huevón la pasa bien con tu entrepierna ahora perra de mierda?), por lo cual mucho de ti no me has contado... creo que sería apropiado empezar contigo, yo no soy el centro de esta reunión, jajaja (solamente mi ego que me abandona cada vez más)

-Bueno, si me citas para eso, te contaré lo que ha sido de mi todo este tiempo...

Blablablablabla... finjo cero interés, pero cada frase, oración, proposición que usa, me recuerda que cuando la quise, cuando la tuve entre mis brazos, cuando era humano, ella era todo para mi. Pero yo, yo nunca fui NADA para ella solamente fui un pene con piernas...

¿Será por eso que soy así?

Y movía sus labios nervioso, tiritones, seguro sigues tomando esos medicamentos, esos que también tomo porque quiero ser como tú, tu reflejo, eso quiero, deseo, soy como tú, soy tú y debo acabar con eso porque me hace mal... MAL???, si soy perfecto, soy un monstruo asquerosamente perfecto, soy el Dios de las mujeres que osan toparse en mi camino... soy su DIOS!

-¿Y tú? ¿Qué has hecho de tu vida?

-No quiero aburrirte, así que te haré un resumen...

-No. Nunca me has aburrido. Nunca.

La amo. La deseo. La odio. Como antes.

martes, 7 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 12 (Re-Publicación)

Por fin llegó el momento en que podré verla. Por fin puedo imaginar el instante en que ella llegará y me saludará y escucharé su voz y en que, podré comprobar por fin, si sigue teniendo esa aura. Esa aura que me tiene tan expectante actualmente.

Sigo en mi oficina esperando pacientemente a que llegue la hora convenida. Salir de ahí, correr hacia mi auto y dirigirme hacia el lugar acordado. Nadie debe saberlo. Ni siquiera la puta de mi secretaria, es la que menos debe saber. Si la conozco como creo que la conozco, aunque no creo que mejor de como conozco sus genitales, armará un escándalo que puede repercutir a la oficina y me veré en la obligación de golpearla, esta vez no los pechos o las nalgas o tal vez su clítoris, si no que en plena cara para que aprenda la muy maraca.

Mientras pienso en eso, abro la puerta de mi auto, esta vez vine en mi BMW, no quería presumir demasiado, aunque ya presumo al ser automático y con un reproductor de CD/MP3 que combina perfectamente con la elegancia del tablero central de mando de cuero el cual posee un gestionador GPS de última generación que venía, curiosamente, incluido en el modelo lo cual le da un toque delicioso al vehículo.

Al sentarme, pienso que tal vez hubiese sido mejor echarme un par de condones, pero luego me relajo al saber que en la guantera con puertecita automática que se activa mediante acerco cuidadosamente mi mano hacia ella, se encuentra una caja... aunque prefiero no pensar en eso, ya que si, en algún remoto caso llego a follar, será a capella. De eso no hay duda.

Voy camino hacia allá a toda velocidad, aprovechando la Costanera Norte, la cual proporciona la adherencia necesaria a mi auto último modelo. Aunque eso no me preocupa tanto como me preocupa el hecho de que ella se vea tan linda, hermosa, deseosa, tan puta como siempre la he recordado que mande todo al carajo y no sepa como reaccionar, tal vez reaccione queriendo avalanzarme a ella y quiera ahorcarla como siempre soñé, o tal vez golpearla de tal modo que esa boca que hace maravillas se deforme totalmente y no deje de sangrar y escupir dientes y comience a vomitar porque la golpee en el bajo vientre, ese que desearía a la vez besar y acariciar con la punta de mi miembro. Sólo son pensamientos, nada más lejano a un plan.

Estaciono el auto y comienzo a temblar tanto, tanto que necesito un prozac de emergencia, lo tomo sin agua y me siento en la mesa que reservé y ella aún no llega, pero falta poco porque es puntual, lo es, siempre lo ha sido y llega de pronto.

Esa voz de mierda que deseo escuchar por fin se hace fuerte. Es hora de fingir que estoy bien y no con ganas de cortarme la yugular ahí mismo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 11 (Re-Publicación)

Le respondo el mensaje lo más parcial posible. En ese momento pienso en qué haré cuando esté frente a ella. No sé si me relajaré, no sé si me tensaré de tal forma que salte encima de ella para morderle el cuello y arrancarle la yugular de la manera más piadosa y luego pisotear una de sus putas costillas o simplemente la saludaré dulcemente. El ser humano toma decisiones todos los días de su vida.

Lo que me sorprende de todo esto, es la expectativa que estoy sintiendo para que me responda el mensaje. Redacté algo sencillo, corto y que fuera rápido de responder:

Nos veremos donde tú quieras, no tengo inconveniente. Sólo dime lugar y hora.

Condescendencia y la gran puta. Siempre he sido igual, prefiero que elijan las cosas a tener que discutirlas. Solamente espero paseándome por mi oficina y pensando en que, hace años atrás me pasaba lo mismo esperando que me contestara, con la diferencia que era en mi dormitorio donde habíamos follado miles de veces. Ahora, era diferente. Acá he follado con muchas, menos con ella.

Por fin contesta. Lo hace tan rápido como sé que teclea el maldito teléfono. Me responde que no tiene ningún problema, me da el lugar y la hora. Puta de mierda, me sorprende que siga viva. Cultivó durante toda su atormentada vida tantos enemigos, que si no fuera por ellos... además de sus miedos internos y sus interminables intentos de matarse, que no igualan los mios por cierto.

Si hubiese intentado matarme, no hubiese fallado.

Tantas veces que tuve que recibir sus cortes en mi antebrazo. Veo las marcas y pienso en que debí haber tenido unas razones muy poderosas para haber aguantado tanto esa y muchas otras escenas. Marca de mierda, se ve pequeña ahora pero hace algunos años no dejaba de sangrar, ella llorar y suplicarme matarla y los gritos, el sudor, las pastillas anticonceptivas por el suelo, los tranquilizantes que se cayeron dentro del vaso con agua que estaba roto, los condones.

Puta de mierda.

Lo peor de todo es que tenía ganas de verla. Y esas ganas se canalizaban en una gran y dolorosa erección que no me dejaba en paz. Tuve que llamar a mi secretaria y decirle que estaba caliente y entró y como por arte de magia la calentura fue satisfecha. Faltan dos horas.

Debo elegir si pagar con Dinners o Magna.