jueves, 9 de abril de 2009

En Semana Santa


Siempre en Semana Santa generalmente hago una sola cosa: Miro al techo y pienso. Trato de ser lo menos catastrófico posible en mis pensamientos, así que reflexiono desde la inmortalidad del cangrejo hasta la soledad sempiterna que me toca.

Como es costumbre, luego de eso me pongo a ver estas películas religiosas que dan por TV, si es que dan alguna interesante, si no, no. Ni el PC prendo, cero contacto con esa "falsa realidad" que se escribe en Face o en MSN, no tengo paciencia para eso. Sólo sonrío y me dejo llevar por el show... pero esta semana no.

También disfruto de unos buenos fritos de zanahoria, los cuales como con gusto en estas fechas anti carnívoras. Pescado siempre como, así que no es novedad para mi.

Pienso en cómo poder hacer la Tesis para por fin titularme y desaparecer. Sólo pienso, luego actúo.

Después de eso, puede que hasta llegue a extrañarte. Ayer te vi. Creo que tú no a mi. No sé. No tengo tiempo de pensar. Creo que hago muchas cosas en Semana Santa.

lunes, 6 de abril de 2009

Ahogado en una calle sin salida


Si hubiese cambiado a tiempo, esto no estaría pasando. No sentiría que cometí un error. No pensaría que todo ha ido cayendo a un abismo irremediable del cual no puedo salir. Siento eso porque veo a mi alrededor la soledad que se acerca cada día más. Es inminente y dolorosa.

Inminente porque no me deja respirar. Simplemente siento que estoy rodeado. Que me ahoga. Deseo conversarlo con alguien y no puedo porque no quieren estar conmigo, porque tienen otras cosas, porque simplemente no están. Eso duele, pero me aguanto porque los entiendo, siempre los entiendo. Me he aguantado. Hasta el punto en que todo se me está yendo a la mierda.

Finjo. Finjo que estoy bien, pero es mentira. Necesito desesperadamente que me escuchen, que me comprendan, que me contengan. Pero no puedo, no debo, no se me permite. Es injusto, también necesito salidas. Necesito oportunidades. Necesito. Y no lo tengo.

Veo como te alejas. Veo como te vas y no vuelves más. Veo como te burlas. Veo como te absorbió el egoísmo. Veo como te devoró la indiferencia. Veo como caminas hacia la nada. Veo como mi vida es solamente mía y si, hoy, me voy de aquí, nadie notará la diferencia.

Siempre será así. El afecto tiene fecha de vencimiento.

viernes, 3 de abril de 2009

Escrito en la Pared


No quiero que me odies por lo que voy a hacer, pero es que no tengo alternativa...

No puedo seguir aquí, así... me duele todo lo que hago y sé que te hago sentir mal... que te hago mal, que soy un problema, que mereces algo mejor... que debes ser feliz, yo importo una mierda y lo sabes, me odias por eso, cierto? me quieres cada día menos por eso, perdóname por no ser perfecto como soñaste que sería, que sería especial como alguna vez me susurraste al oído, soy como todos, peor...

Y me doy lástima al escribir esto y me doy pena al sentir esto y no sé cómo detenerlo, solamente puedo hacerlo matándome, es la única opción que me queda para no ver más tu cuerpo y pensar que alguna vez fue mio... No me mires así, no me leas así, no me huelas así. No se puede.....................................................

Leía en la pared escrito (en principio pensamos) con sangre, una especie de epílogo de alguien que sufría. El cuerpo del individuo estaba inmediatamente debajo del escrito. No tenía signos de cortes, ni ematomas, ni golpes. A priori se puede establecer que la persona se intoxicó con alguna especie de ansiolítico o barbitúrico.

No es así. Según el forense, la persona está limpia. Tiene lágrimas secas en sus ojos. Murió de pena. Primera vez que me estremezco pensando en algo así.

Pasa una mujer por fuera de la escena. Es menuda, bonita. Mira de reojo. Se inmoviliza un instante. Piensa en entrar, yo pienso en hacerla entrar, seguro que algo sabe. Pero se va y yo salgo a buscarla, se desvaneció. Estoy seguro que iba llorando.

No lo odies. Murió de pena. A veces odio mi trabajo.

miércoles, 1 de abril de 2009

Prozac - Cap 8


Hablamos un rato. Primera vez en muchos años que le pongo atención específica a las weas que me dice una mujer. O por lo menos sopeso en cierta medida lo que dice. Anteriormente y de forma usual, hubiese seguido fingiendo que me interesaba en lo más mínimo su conversación y pediría en mi mente un vaso con agua para poder tomarme las pastillas que más rápido me dejen pensando en cómo follarla para que se calle la boca.

Quedamos en juntarnos el día siguiente en un Bar X en un horario X. La mitad del plan estaba listo. Ella iría. Seguro iría. Jamás acuerda nada si sabe que no puede concretarlo. Eso me gusta. Siempre está eso de decir una cosa primero y salir con otra cosa después. Es que hay mierdas que piensan que el tiempo se los debemos a ellos. Mientras reflexionaba en eso y en qué condones comprar que no me aprieten el miembro, problemas típicos de tenerlo grueso, anotaba en un papel el lugar, la hora y dibujaba un triángulo grueso de color azul, gracias a mi pluma Cross.

Cortamos el teléfono. No puedo dejar de decir que se notaba sorprendida y hasta un poco ansiosa por saber qué deseaba de ella luego de tantos años. Sigo deseando lo mismo de siempre. Eso no puede cambiar de un momento a otro. Le dejé la duda y eso es lo importante. Por ahora, he pensado demasiado en otra persona que no sea yo. Es momento de abstraerme de la realidad, tal como ella lleva haciéndolo durante todo el tiempo que sé de su existencia.

Así que, me recuesto y sin ganas de hacer nada más hasta el día siguiente, me duermo. Lo logro gracias a la combinación de pastillas que tomo, porque si no, me dormiría pensando en matar a cada imbécil que se cruza por mi camino, cosa que es moralmente inaplicable pero normalmente pensado dentro del mundo en que vivo.

Despierto y me doy cuenta que son recién las 6 de la mañana, reviso bien mi reloj Orient de oro blanco que jamás se atrasa. Me levanto y decido bañarme, vestirme y luego recostarme y dormir hasta las 9. Que la oficina se vaya al verdadero carajo. En eso llaman a la puerta. Mi secretaria.

Obligado a pegarme un polvo. Y si se me apetece, un par. La weona viene empepada. Le dije que me calentaba. Tal vez y sea cierto.

martes, 31 de marzo de 2009

No tiene paciencia


Tenía. La tenía por montones, por grandes cantidades. De hecho, siempre imaginé que serían varias las oportunidades en que jamás diría que no a alguien. En que jamás discutiría seguido con alguien. En que jamás pensara en mi primero. Está pasando. Mmm...

No sé si la paciencia tiene un límite. Si tiene uno, entonces hace tiempo que la barrera del mismo se destruyó. Siento que estoy cambiando tanto, primero lejanía, ahora esto. Antes, no deseaba más que estar tranquilo... ¿qué mierda puedo hacer entonces?

Tengo tantas intenciones de cambiar y eso lo noto en el hecho que escribo sobre aquello. Ya van dos.

La primera está en etapa de recuperación. Esta, con el paso del tiempo, recuperaré la virtud de la paciencia, que en abuso puede ser peligrosa, pero en su justa medida puede ser buena. En el fondo, me gustaba ser paciente. Esperar, no sobre reaccionar, etc. Esas cosas que solía hacer. Ahora, ni eso.

No quiero enojarme más. Por lo menos, por un buen tiempo. ¿Se puede? Todo en esta vida se puede, con un poquito de paciencia...

domingo, 29 de marzo de 2009

Recostado mirando


Recostado mirando hacia la puerta de mi dormitorio. Acostado en posición fetal, esperando. Esperando y recordando. Deseando y necesitando. Que en vez de estar solo en la oscuridad reflexionando, estuviera recostado en tu regazo.

Necesito sentirme humano nuevamente y sé que podría sentirme así si estuvieras. Que posaras tu mano por mi rostro lentamente para así sentir que no me he ido de este mundo. Todos los días me alejo un poco más y siento que te necesito tanto que te confundo entre más personas. Sólo porque deseo infructuosamente encontrarte.

Pero, sé que no necesitas a alguien que cuidar, sino que ser cuidada. Así que todo se queda de la misma forma que siempre, tú feliz, yo esperando.

Esperando algún día que alguien me acaricie la frente, me tome en su regazo y me diga que todo estará bien. Recostado mirando pienso en imposibles...

viernes, 27 de marzo de 2009

I don't feel anything


No siento nada. Absolutamente nada. Es como si mi alma se hubiera transportado hacia otro lugar ante mejores esperanzas, mientras que mi cuerpo y mi cerebro (principalmente), se encuentran haciendo acto de presencia ante el resto de las personas. He llegado hasta este punto simplemente porque me lo has permitido. Me has dejado hacerlo.

No puedo más que seguir esperando a que mi alma se digne a volver ante mis acciones y pueda establecer nuevamente una conexión con mi persona. Mientras tanto, soy una persona que cada vez se aleja más de la humanidad, que está poseyendo gotas de sentimientos en su interior y que solamente puede esperar seguir la misma actitud de aquí en adelante.

Cada vez soy más un ente que camina entre las personas y las observa, mas no las comprende ni desea entenderlas ni desea comprometerse con ellas. Tal vez porque ha sufrido, tal vez porque ha hecho sufrir, tal vez porque nunca lo entendieron, tal vez porque no desea conocer más corazones que puedan dañarlo.

Sea o no sea así, siento que me alejo demasiado, necesito un cable a tierra, lo necesito pronto, sino, las cosas que pueda hacer, las decisiones que pueda tomar serán totalmente arbitrarias. Y no sé si serán las mejores. No siento nada. Ahora, absolutamente nada (por ahora).

martes, 24 de marzo de 2009

Prozac - Cap 7


En las épocas que corren, guardar teléfonos y datos personales de la gente que te interesa a través de tu vida es algo sumamente extraño. A mi no me parece así. De hecho, creo que es la mejor manera de mantener contacto permanente con aquellos que deseas volver a comuicarte. He esperado mucho tiempo para volver a ver a esa persona y no perderé la oportunidad de hacerlo.

Estoy totalmente seguro que podré volver a verla. Es sencillo, ya que jamás cambia sus teléfonos de contacto, aunque cambie de aparato celular, no lo hace de número, así como yo. Una manía que, de hecho, ella me contagió. Pero ese es otro cuento en este instante.

Tomo delicadamente mi BlackBerry Storm, la cual llevaba sonando un rato y no había contestado estando, embelesado, leyendo la libreta, cuando de pronto vuelve a sonar. Mi secretaria. Me dice que tiene deseos de chuparmela, que no aguanta las ganas de darme besos franceses apretados, duros y dolorosos. Eso me excita, pero medianamente, así que le digo que se tome un par de ansiolíticos, que eso me pone caliente y que me llame en unos minutos más, que estoy ocupado revisando la grilla de canales, suspiro lentamente mintiéndole. Aprovecha entonces de darme la minuta del día siguiente y corta, diciéndome lo mucho que se tocaba la entrepierna mientras me hablaba. Es ninfómana, pero no lo suficientemente loca como para que me fascine.

Tomo nuevamente la libreta en el punto exacto en donde la había dejado y de pronto veo su nombre, su delicado y reiterativo nombre. Ese que siempre llamo entre sueños. Puta de mierda.

Disco los números tembloroso, eso me molesta, así que busco un Valium en mi mesita de noche y me lo tomo, a ver si con eso consigo hilar algo coherente. Ella también me enseñó esa mierda.

Marco y espero. Espero que no esté follando. Como para que conteste el puto teléfono y no la haga corta por el apuro y la sorpresa. Contesta más rápido de lo que pensé y es su misma voz temblorosa y extraña. Indefinible. Listo. Todo es más fácil de lo que pensé.

Sólo falta el desarrollo del acto.