miércoles, 1 de abril de 2009

Prozac - Cap 8


Hablamos un rato. Primera vez en muchos años que le pongo atención específica a las weas que me dice una mujer. O por lo menos sopeso en cierta medida lo que dice. Anteriormente y de forma usual, hubiese seguido fingiendo que me interesaba en lo más mínimo su conversación y pediría en mi mente un vaso con agua para poder tomarme las pastillas que más rápido me dejen pensando en cómo follarla para que se calle la boca.

Quedamos en juntarnos el día siguiente en un Bar X en un horario X. La mitad del plan estaba listo. Ella iría. Seguro iría. Jamás acuerda nada si sabe que no puede concretarlo. Eso me gusta. Siempre está eso de decir una cosa primero y salir con otra cosa después. Es que hay mierdas que piensan que el tiempo se los debemos a ellos. Mientras reflexionaba en eso y en qué condones comprar que no me aprieten el miembro, problemas típicos de tenerlo grueso, anotaba en un papel el lugar, la hora y dibujaba un triángulo grueso de color azul, gracias a mi pluma Cross.

Cortamos el teléfono. No puedo dejar de decir que se notaba sorprendida y hasta un poco ansiosa por saber qué deseaba de ella luego de tantos años. Sigo deseando lo mismo de siempre. Eso no puede cambiar de un momento a otro. Le dejé la duda y eso es lo importante. Por ahora, he pensado demasiado en otra persona que no sea yo. Es momento de abstraerme de la realidad, tal como ella lleva haciéndolo durante todo el tiempo que sé de su existencia.

Así que, me recuesto y sin ganas de hacer nada más hasta el día siguiente, me duermo. Lo logro gracias a la combinación de pastillas que tomo, porque si no, me dormiría pensando en matar a cada imbécil que se cruza por mi camino, cosa que es moralmente inaplicable pero normalmente pensado dentro del mundo en que vivo.

Despierto y me doy cuenta que son recién las 6 de la mañana, reviso bien mi reloj Orient de oro blanco que jamás se atrasa. Me levanto y decido bañarme, vestirme y luego recostarme y dormir hasta las 9. Que la oficina se vaya al verdadero carajo. En eso llaman a la puerta. Mi secretaria.

Obligado a pegarme un polvo. Y si se me apetece, un par. La weona viene empepada. Le dije que me calentaba. Tal vez y sea cierto.

martes, 31 de marzo de 2009

No tiene paciencia


Tenía. La tenía por montones, por grandes cantidades. De hecho, siempre imaginé que serían varias las oportunidades en que jamás diría que no a alguien. En que jamás discutiría seguido con alguien. En que jamás pensara en mi primero. Está pasando. Mmm...

No sé si la paciencia tiene un límite. Si tiene uno, entonces hace tiempo que la barrera del mismo se destruyó. Siento que estoy cambiando tanto, primero lejanía, ahora esto. Antes, no deseaba más que estar tranquilo... ¿qué mierda puedo hacer entonces?

Tengo tantas intenciones de cambiar y eso lo noto en el hecho que escribo sobre aquello. Ya van dos.

La primera está en etapa de recuperación. Esta, con el paso del tiempo, recuperaré la virtud de la paciencia, que en abuso puede ser peligrosa, pero en su justa medida puede ser buena. En el fondo, me gustaba ser paciente. Esperar, no sobre reaccionar, etc. Esas cosas que solía hacer. Ahora, ni eso.

No quiero enojarme más. Por lo menos, por un buen tiempo. ¿Se puede? Todo en esta vida se puede, con un poquito de paciencia...

domingo, 29 de marzo de 2009

Recostado mirando


Recostado mirando hacia la puerta de mi dormitorio. Acostado en posición fetal, esperando. Esperando y recordando. Deseando y necesitando. Que en vez de estar solo en la oscuridad reflexionando, estuviera recostado en tu regazo.

Necesito sentirme humano nuevamente y sé que podría sentirme así si estuvieras. Que posaras tu mano por mi rostro lentamente para así sentir que no me he ido de este mundo. Todos los días me alejo un poco más y siento que te necesito tanto que te confundo entre más personas. Sólo porque deseo infructuosamente encontrarte.

Pero, sé que no necesitas a alguien que cuidar, sino que ser cuidada. Así que todo se queda de la misma forma que siempre, tú feliz, yo esperando.

Esperando algún día que alguien me acaricie la frente, me tome en su regazo y me diga que todo estará bien. Recostado mirando pienso en imposibles...

viernes, 27 de marzo de 2009

I don't feel anything


No siento nada. Absolutamente nada. Es como si mi alma se hubiera transportado hacia otro lugar ante mejores esperanzas, mientras que mi cuerpo y mi cerebro (principalmente), se encuentran haciendo acto de presencia ante el resto de las personas. He llegado hasta este punto simplemente porque me lo has permitido. Me has dejado hacerlo.

No puedo más que seguir esperando a que mi alma se digne a volver ante mis acciones y pueda establecer nuevamente una conexión con mi persona. Mientras tanto, soy una persona que cada vez se aleja más de la humanidad, que está poseyendo gotas de sentimientos en su interior y que solamente puede esperar seguir la misma actitud de aquí en adelante.

Cada vez soy más un ente que camina entre las personas y las observa, mas no las comprende ni desea entenderlas ni desea comprometerse con ellas. Tal vez porque ha sufrido, tal vez porque ha hecho sufrir, tal vez porque nunca lo entendieron, tal vez porque no desea conocer más corazones que puedan dañarlo.

Sea o no sea así, siento que me alejo demasiado, necesito un cable a tierra, lo necesito pronto, sino, las cosas que pueda hacer, las decisiones que pueda tomar serán totalmente arbitrarias. Y no sé si serán las mejores. No siento nada. Ahora, absolutamente nada (por ahora).

martes, 24 de marzo de 2009

Prozac - Cap 7


En las épocas que corren, guardar teléfonos y datos personales de la gente que te interesa a través de tu vida es algo sumamente extraño. A mi no me parece así. De hecho, creo que es la mejor manera de mantener contacto permanente con aquellos que deseas volver a comuicarte. He esperado mucho tiempo para volver a ver a esa persona y no perderé la oportunidad de hacerlo.

Estoy totalmente seguro que podré volver a verla. Es sencillo, ya que jamás cambia sus teléfonos de contacto, aunque cambie de aparato celular, no lo hace de número, así como yo. Una manía que, de hecho, ella me contagió. Pero ese es otro cuento en este instante.

Tomo delicadamente mi BlackBerry Storm, la cual llevaba sonando un rato y no había contestado estando, embelesado, leyendo la libreta, cuando de pronto vuelve a sonar. Mi secretaria. Me dice que tiene deseos de chuparmela, que no aguanta las ganas de darme besos franceses apretados, duros y dolorosos. Eso me excita, pero medianamente, así que le digo que se tome un par de ansiolíticos, que eso me pone caliente y que me llame en unos minutos más, que estoy ocupado revisando la grilla de canales, suspiro lentamente mintiéndole. Aprovecha entonces de darme la minuta del día siguiente y corta, diciéndome lo mucho que se tocaba la entrepierna mientras me hablaba. Es ninfómana, pero no lo suficientemente loca como para que me fascine.

Tomo nuevamente la libreta en el punto exacto en donde la había dejado y de pronto veo su nombre, su delicado y reiterativo nombre. Ese que siempre llamo entre sueños. Puta de mierda.

Disco los números tembloroso, eso me molesta, así que busco un Valium en mi mesita de noche y me lo tomo, a ver si con eso consigo hilar algo coherente. Ella también me enseñó esa mierda.

Marco y espero. Espero que no esté follando. Como para que conteste el puto teléfono y no la haga corta por el apuro y la sorpresa. Contesta más rápido de lo que pensé y es su misma voz temblorosa y extraña. Indefinible. Listo. Todo es más fácil de lo que pensé.

Sólo falta el desarrollo del acto.

domingo, 22 de marzo de 2009

Lo sabía...


... y a pesar de eso no quería tenerlo en mente. Ni siquiera pensar en ello. Pero está bien, debe ser así...

Porqué tengo que seguir sintiendo esto. Escondido. Casi en letargo. Pero sigo sintiéndolo. No es justo. Nada es justo.

Y ahora, justamente ahora, cuando deseaba en lo más profundo de mí cambiar, tengo que aceptar, asumir, saber que nada termina. Sólo cambia. Y esto cambió hace mucho.

No quiero escribir más. Necesito de alguien que debo dejar. Necesito de algo que no tendré. Lo siento.

Perdóname si hago lo que siempre pensé hacer. Nada más queda. Una lástima. Y esa lástima, soy yo.

sábado, 21 de marzo de 2009

Carta perdida

Camino por mi pieza, solo. Miro una carta en el suelo entremedio de mi sollozo. Comienzo a leerla...

Estoy emputecida, lo sé, no estoy pasando por mis mejores días. Solamente quiero que me des el espacio necesario dentro de tu cabeza para poder entenderme porque sé que no me entiendes o dices entenderme para darme en el gusto pero sé que es mentira porque no entiendes nada. No quiero que me digas que sí a todo, entiendemelo bien, sólo que me escuches (leas en este caso) que nada ni nadie puede entenderme ahora, ni cuidarme ni quererme ni acompañarme.

No me odies por eso que es lo que menos quiero pero déjame pensar y hacer las cosas que quiero hacer y necesito hacer, estaré mejor si me dejas sola si me dejas así, si me dejas un tiempo, déjame sola.


Herirte es lo que menos quiero pero intentando complacerme logras todo lo contrario y me emputezco más y no puedo aguantarlo, como cresta quieres que te lo diga para que por fin te quede claro que me dejes porque no hay otra solución para esto.


Creeme que sabía que esto iba a pasar, pero son cosas que deben pasarnos a ambos aunque a mi me tienen cansada estas cosas y creo que sabes porqué. Sólo quiero que me dejes y punto, no quiero que me vuelvas a mirar ni decir nada, basta de todo esto porque más pena me das, me das lástima me das vergüenza, siempre me diste vergüenza y mejor que te lo diga ahora aunque te duela a futuro me lo agradecerás.
Espero que leyendo esto te queden claro algunas cosas. Chao.

Entiendo. Entiendo perfectamente. Me quedaron tan claras las cosas como los pedazos de vidrio que se posan debajo de mi. Tomo uno en mi mano y comienzo. Oh Madre, perdóname...

miércoles, 18 de marzo de 2009

Sentada en la mesa...


Hice lo posible para que las cosas se dieran por el curso normal. Lo posible no siempre logra resultados. Traté de que las cosas continuaran así, más tranquilas, olvidar, seguir. Lo intenté. Pero, bajo ningún pronóstico, no se cumplió.

No me puedo safar aunque quería. En realidad, dejé que fluyera naturalmente. Tal vez "he ahí el error", pero es que estoy chato de tener que calcular cada movimiento que hago, de hecho no quiero volver a hacerlo. Sorpresivo es lo de menos. Lo de menos.

Verla ahí, sentada. Se veía tan... no sé, ya no sé. Sólo atiné a ni siquiera dirigirle una mirada. Nada, hasta que se dio cuenta. Eso tampoco estaba dentro de los planes. De todos modos, de seguro luego lo olvidará y no lo tomará en cuenta, eso es lo bueno. Porque así tiene que ser. Así tiene que ser.

Estoy más triste que la mierda, pero nadie lo sabrá, aunque lo leas no lo comprendes porque no me conoces, solamente sé que me tengo que tragar esta pena, nostalgia, nerviosismo y stress con tal de seguir...

Las cosas debieron haber seguido estando como estaban, nada de reencontrarse, nada de nada. Esto se vuelve insoportable. Estaba tan bien pensado.... y de pronto todo cae en lo mismo, aunque sea un volátil instante...