No quería levantarme de la cama. Estaba mirando hacia el techo, buscando la mejor forma de terminar dopado. Hice un cóctel de pastillas tan grande para igualar lo que hacías tú, (sí, tú, la muerta) que solamente veía estrellas que daban vuelta a mi alrededor. Y yo mismo daba vueltas. Esta mierda no iba a acabar nunca, jamás.
Hasta que sonó mi BlackBerry. Puto teléfono, no era cómo me imaginaba. Si tuviera realmente ganas imperiosas de vivir, juro que me compraría cualquier otra mierda. Mala gráfica y delicados por todos lados, sobre todo en sus bordes, lo que hace que se vuelva más difícil cuidar a uno de estos que a un iPod Touch lo que ya es bastante qué decir.
Tomé el aparato y era una amiga. Antigua amiga. Ex amiga. Sí, suena extraño, pero era de las pocas mujeres a las que llamaba "amiga". Debe ser porque en su momento me rechazó y no nos vimos nunca más. Y eso me inspiró para abordar a las mujeres con el propósito de follar más que agradarles. Las dos cosas no van de la mano.
¿Porqué chucha me llama?, ¿debí haber cambiado mi número cuando pude?, ¿podré contestar sin decir "quiero morderte una mejilla para luego salpicar tu sangre en mi muralla" mientras le hablo?, y lo más importante, ¿qué quiere de mi?
-¿Aló? XXXXXX, cómo estás?, te debe extrañar que te llame...
-Sí, bastante tiempo. Pensé que para ti era un cerdo que sólo pensaba en vaginas y clítoris. Algo así me dijiste.
-Te llamaba para otra cosa. Si no estás muy ocupado.
-No, solamente me manoseaba la entrepierna mientras miraba al techo. Lo usual de un día domingo. Así que dime.
-Quería que nos juntaramos, si es que puedes...
(Juntarnos, si ni siquiera cuando éramos chicos esta mina quería juntarse conmigo, era yo el interesado en verla. Qué carajo quiere de mi)
-Déjame revisar mi agenda... esperame...
Tomo un frasco de prozac y veo que le queda un par de pastillas dentro. Busco un vaso de agua, siempre me dijiste que dejara uno al lado del velador y confort, sí, confort para limpiarte cuando te follaba y te dejaba tan húmeda...
Me da una arcada, pero es pequeña.
Tomo el vaso, le pongo agua, tomo pastillas y tomo el teléfono...:
-Claro que puedo cualquier día de la semana. Dime a qué hora y dónde.
-Juntemonos en el parque de siempre, de seguro lo recuerdas...
-Mmm, claro. Pero, dime si no fuera molestia que te pregunte... ¿qué quieres de mi?
-Conversemos de la vida. Creo que me hace falta un... ya sabes, viejo amigo...
(Eso es y será. Pero no me importa, puedo perder horas etéreas con cualquier persona. Si no es eso, es volarme, jalar, curarme o empastillarme)
-Bien. Mañana entonces, a las 3.
-Perfecto.
-Bien.
-Nos vemos XXXXXX... oye... ja, me reconociste la voz...
-Tu voz es lo último que olvidaría...
-Tonto. Hasta mañana...
Corté y lloré como un pendejo. Como si mañana fuera a ser el último día de mi vida...
Hasta que sonó mi BlackBerry. Puto teléfono, no era cómo me imaginaba. Si tuviera realmente ganas imperiosas de vivir, juro que me compraría cualquier otra mierda. Mala gráfica y delicados por todos lados, sobre todo en sus bordes, lo que hace que se vuelva más difícil cuidar a uno de estos que a un iPod Touch lo que ya es bastante qué decir.
Tomé el aparato y era una amiga. Antigua amiga. Ex amiga. Sí, suena extraño, pero era de las pocas mujeres a las que llamaba "amiga". Debe ser porque en su momento me rechazó y no nos vimos nunca más. Y eso me inspiró para abordar a las mujeres con el propósito de follar más que agradarles. Las dos cosas no van de la mano.
¿Porqué chucha me llama?, ¿debí haber cambiado mi número cuando pude?, ¿podré contestar sin decir "quiero morderte una mejilla para luego salpicar tu sangre en mi muralla" mientras le hablo?, y lo más importante, ¿qué quiere de mi?
-¿Aló? XXXXXX, cómo estás?, te debe extrañar que te llame...
-Sí, bastante tiempo. Pensé que para ti era un cerdo que sólo pensaba en vaginas y clítoris. Algo así me dijiste.
-Te llamaba para otra cosa. Si no estás muy ocupado.
-No, solamente me manoseaba la entrepierna mientras miraba al techo. Lo usual de un día domingo. Así que dime.
-Quería que nos juntaramos, si es que puedes...
(Juntarnos, si ni siquiera cuando éramos chicos esta mina quería juntarse conmigo, era yo el interesado en verla. Qué carajo quiere de mi)
-Déjame revisar mi agenda... esperame...
Tomo un frasco de prozac y veo que le queda un par de pastillas dentro. Busco un vaso de agua, siempre me dijiste que dejara uno al lado del velador y confort, sí, confort para limpiarte cuando te follaba y te dejaba tan húmeda...
Me da una arcada, pero es pequeña.
Tomo el vaso, le pongo agua, tomo pastillas y tomo el teléfono...:
-Claro que puedo cualquier día de la semana. Dime a qué hora y dónde.
-Juntemonos en el parque de siempre, de seguro lo recuerdas...
-Mmm, claro. Pero, dime si no fuera molestia que te pregunte... ¿qué quieres de mi?
-Conversemos de la vida. Creo que me hace falta un... ya sabes, viejo amigo...
(Eso es y será. Pero no me importa, puedo perder horas etéreas con cualquier persona. Si no es eso, es volarme, jalar, curarme o empastillarme)
-Bien. Mañana entonces, a las 3.
-Perfecto.
-Bien.
-Nos vemos XXXXXX... oye... ja, me reconociste la voz...
-Tu voz es lo último que olvidaría...
-Tonto. Hasta mañana...
Corté y lloré como un pendejo. Como si mañana fuera a ser el último día de mi vida...