Íbamos pensando en cualquier cosa, menos en filosofías extrañas, pasando un día más que agradable. Demasiado bueno en todo caso. De pronto, viste una librería y quisiste entrar... no sé porqué, de repente te daban esos impulsos, era cosa de seguirte lo que me costaba. Así que lo hice.
Entraste y como niña de 8-9 años, empezaste a darte vueltas por todos lados. Buscando no sé qué libro, pero buscando algo, definitivamente. O solamente era tu ansia de curiosear que tenías, aún no lo sé con certeza...
Mientras, yo también comencé a mirar por todos lados, me encanta leer, así que no me molestaba estar ahí. Todo lo contrario. Aún más si era contigo...
Finalmente, encontraste lo que tanto buscaste y me llamaste, como una hija llama a su padre. Te me acercaste, dando saltitos (si supieras lo graciosa que te veías haciendo eso) y me mostraste un libro. Era un libro sobre el Yin y el Yang... decía algo más o menos así:
El yin y yang es un concepto fundamentado en la dualidad de todo lo existente en el Universo según la filosofía oriental.
Describe las dos fuerzas fundamentales aparentemente opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas.
En todo se sigue este patrón: luz/oscuridad, sonido/silencio, calor/frio, movimiento/quietud, vida/muerte, mente/cuerpo, masculino/femenino, etc.
El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración...
Con esas dos últimas frases, me dijiste que tú eras el yin y yo el yang. Y me miraste como queriendo decirme que "ves?, eso somos nosotros, ves, ves?"
Como si el libro lo explicara todo.
Luego, como te pusiste a leer el libro, el dueño de la libreria nos echó. Con razón, pero no lo hizo muy delicadamente. No me di cuenta de eso, pero me tomaste de la mano y nos fuimos. Me lo contaste y te creí.
Nos fuimos. Y de pronto, por una razón estupida que no viene al caso, peleamos. Después de un gran día, peleamos. Nada puede ser perfecto, menos entre el yin y el yang... lo recuerdas, verdad?, porque yo, perfectamente...
Entraste y como niña de 8-9 años, empezaste a darte vueltas por todos lados. Buscando no sé qué libro, pero buscando algo, definitivamente. O solamente era tu ansia de curiosear que tenías, aún no lo sé con certeza...
Mientras, yo también comencé a mirar por todos lados, me encanta leer, así que no me molestaba estar ahí. Todo lo contrario. Aún más si era contigo...
Finalmente, encontraste lo que tanto buscaste y me llamaste, como una hija llama a su padre. Te me acercaste, dando saltitos (si supieras lo graciosa que te veías haciendo eso) y me mostraste un libro. Era un libro sobre el Yin y el Yang... decía algo más o menos así:
El yin y yang es un concepto fundamentado en la dualidad de todo lo existente en el Universo según la filosofía oriental.
Describe las dos fuerzas fundamentales aparentemente opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas.
En todo se sigue este patrón: luz/oscuridad, sonido/silencio, calor/frio, movimiento/quietud, vida/muerte, mente/cuerpo, masculino/femenino, etc.
El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración...
Con esas dos últimas frases, me dijiste que tú eras el yin y yo el yang. Y me miraste como queriendo decirme que "ves?, eso somos nosotros, ves, ves?"
Como si el libro lo explicara todo.
Luego, como te pusiste a leer el libro, el dueño de la libreria nos echó. Con razón, pero no lo hizo muy delicadamente. No me di cuenta de eso, pero me tomaste de la mano y nos fuimos. Me lo contaste y te creí.
Nos fuimos. Y de pronto, por una razón estupida que no viene al caso, peleamos. Después de un gran día, peleamos. Nada puede ser perfecto, menos entre el yin y el yang... lo recuerdas, verdad?, porque yo, perfectamente...