Estabas al otro lado del teléfono y me lo repetías gritando. Me dijiste mil insultos, que tal vez merecía. No sé, no recuerdo el porqué tenía que merecer que me trataras así. Pero lo hacías igual.
Al final, terminé diciendote que te pedía que me vinieras a ver porque yo no podía ir a tu casa, porque te necesitaba. Fue peor.
Que no eras el monigote de nadie, que no eras adivina, que esto, que el otro. Llegó un punto que solamente escuchaba. Luego, ni eso, ya nada. Hablabas y hablabas. Y nada.
Miré al techo y recordé una vez que me dijiste que no te dejara nunca. Quería cumplir esa promesa. Pero ya no podía, tú no querías.
Luego me cortaste, creo que escuché que me dijiste cobarde, maricón, algo así. No sé.
Yo solamente quería verte.
Qué patético puede llegar a ser un ser humano. Menos mal que de esto, ha pasado mucho tiempo. Menos mal...
Al final, terminé diciendote que te pedía que me vinieras a ver porque yo no podía ir a tu casa, porque te necesitaba. Fue peor.
Que no eras el monigote de nadie, que no eras adivina, que esto, que el otro. Llegó un punto que solamente escuchaba. Luego, ni eso, ya nada. Hablabas y hablabas. Y nada.
Miré al techo y recordé una vez que me dijiste que no te dejara nunca. Quería cumplir esa promesa. Pero ya no podía, tú no querías.
Luego me cortaste, creo que escuché que me dijiste cobarde, maricón, algo así. No sé.
Yo solamente quería verte.
Qué patético puede llegar a ser un ser humano. Menos mal que de esto, ha pasado mucho tiempo. Menos mal...
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