No sé, realmente no sé. Es que, cuando uno no sabe, no puede aparentar conocimiento. Lo que sucede es simple, no puedo diferenciar si lo que tengo es enfermedad o pena. Sé que tenía motivos para tener pena. Lo sé. ¡Cómo no iba a tener pena, si tú...!, tú, la que jamás lees estos parrafos y espero no los leas (confirmaría mi loco estado mental) estabas tan mal, enojada, ofuscada, no deseabas verme. Pensé que te perdía. O tal vez...no sé, todavía no sé.
Lo único que sé es que me sentía muy mal, dolor de cabeza, fiebre. Y pena. Así de simple y claro, tenía pena. Pena porque no sabía que iba a pasar. Pena porque simplemente había incertidumbre. Y no sé, (que asquerosamente insistente la frase), tal vez todavía hay incertidumbre. Ya lo comprobaré.
Creo que lo importante de todo esto, es que estoy pasando por una étapa en la que me siento más ser humano que nunca. Y eso es bueno, aunque a veces duela, porque son muchas las veces en que no hay dolor, hay alegría y eso lo compensa.
Si lo lees, creerás que estoy demente...
Pero no lo leerá. Nadie lo hará.
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