Por fin las tengo en mi poder. Están frente a mí. Tengo suficientes como para desaparecer para siempre y no volver a molestar a nadie más. Son la dosis justa para que nadie pueda intentar salvarme. Será lento y anestesiante. Un final que no merezco. Debería ser uno intimidante, castigador. Como todo lo que me pasa. Un castigo que merezco tener.
Pero es la única salida que tengo. Es la dosis que necesito para irme. Para que todos quienes me odian, aborrecen, desprecian por fin griten ¡victoria!, hemos vencido. Aunque fui derrotado en vida, es bueno morir para completar el circulo.
Tengo la tira lista, el agua también para facilitar el proceso. Aunque, si quisiera lograr algo con mayor destrucción y eficacia, utilizaría aguardiente o algún otro espirituoso. De esa forma, lograría un shock inmediato. Uno cardiaco, tal vez.
Eso que ansío tanto tener.
Pero no. Creo que lo haré anestesiándome. Eso necesito, anestesiarme de todo lo que me rodea, olvidar de la mejor forma posible: caminando hacia la nada. No sé si tomarlas de a una o varias a la vez. Debo evitar, bajo cualquier circunstancia que logren salvarme. Debe ser limpio. Debe ser cuidadosamente hecho. Debe ser inteligente.
Debo ser hábil.
Lo único malo será que no tuve la oportunidad de despedirme. ¿Qué importa eso ahora? Sólo hay que despedirse de aquellos que quieren ser informados de eso.
Las tomaré de a poco hasta desvanecerme. Me rindo. Ganó la vida...
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