Día 1: Miro desde mi ventana y sólo puedo observar los resultados de mi construcción. Esa pared es indestructible, nadie puede traspasarla. Traté de que fuera durísima, así nadie me volvería a molestar. Naide intentaría saltarla. Nadie.
Día 15: Han pasado varios días desde que la instalé y nada ha sucedido. He seguido tranquilo mirando el paisaje y viendo como ni siquiera intentan saltar mi muralla. En realidad, la ven y se alejan. Creo que la intención se logró. Supongo.
Día 26: El otro día creo que escuché algo desde mi pared. Pero al parecer fue el roce del viento y los arboles. Nada grave...; en todo caso, en vez de sentir temor sentí curiosidad, aunque fuera por un leve instante. Me hubiese gustado saber de quién se trataba. Pero no era nadie.
Día 45: Siguen observando mi pared y alejándose. Tengo ganas de bajar y probar qué los intimida tanto... ¿será la apariencia de mi casa? o ¿será mi pared? o acaso seré yo...
Día 67: Traté de saltar mi pared, pero era tan dura que no pude ni siquiera sostenerme. No pude aferrarme, nada. Y lloré. Porque me di cuenta que las personas que me querían ver también lo intentaron y no pudieron. Y también sufrieron. No sé como derribarla. No sé como salir de aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario