domingo, 14 de agosto de 2011

Última oportunidad

De esas típicas reuniones te vine a ver. A lo lejos. No me acerqué, por obvias razones. Luego, pensé, cuando estaba tomando ese avión, tal vez nunca más la vuelva a ver.

Qué más da.

Así tiene que ser. Y así fue por 10 años. Otra de esas típicas reuniones, pensé, en el fondo de mi corazón pensé que te volvería a ver. No fue así. Nunca más te volví a ver.

Qué más da.

Mi hija me pregunto porqué miraba esa foto, la única que tenía con ella. Y porqué no era mamá. Le dije que era una vieja amiga a la que nunca le pude decir adiós. Me miró y me abrazó y me dijo que no estuviera triste... que el único que se sentía así era yo, pero no ella. Madura la pequeña. Aprenden rápido sobre el dolor las nuevas generaciones. A penas si tienen 8.

Dejé la foto a un lado y miré en el cielo de Madrid: quizás, ella esperaba que yo me acercase, quizás ella no sabe que este era mi futuro, lejos.

Qué más da. Ya perdí la última oportunidad. Ya no importa nada. Abrazo a mi pequeña y guardo la foto junto esa carta especial que alguna vez me regaló. Sí. Soy un maldito sentimental.

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