sábado, 26 de febrero de 2011

Pena patológica

Sentiste lástima. Eso fue lo que le dijo el tipo antes de arrojarse por el balcón del décimo puiso, en frente de la mujer, que, sin saberlo, también terminaría con su vida ese día.

Ambos estaban enfrascados en una relación sumamente patológica. Uno de los dos, algún día, terminarían cediendo y terminando con su vida. Ese era el límite. Y ese día, ambos destruyeron esa paciencia mutua.

Ella le dijo que había estado con él por lástima. El dolor del tipo, se transformó en deseo de muerte... hacia él mismo. Así que simplemente se dirigió hacia la ventana, la abrió y... fin de la historia. Ella, pasmada, tomó sus pastillas y las arrojó hacia afuera, gritando que él había logrado su objetivo: lastimarla y hacerla sentir culpable. En eso, tomó las tijeras de costurera que tenía y se cortó las piernas, la parte interior de sus muslos, exactamente hablando. El desangrado era lento, así que decidió acelerarlo: su cuello estaba disponible.

Ambos muertos. Ambos se hicieron TODO EL DAÑO posible. Eso es lo que pasa cuando dañas demasiado, cuando las cosas salen de control, cuando ya no hay vuelta atrás. No puedo saber a ciencia cierta cuál de los dos estaba peor: porque ninguno de los dos está como para preguntarle, pero esto me enseña de que hay relaciones demasiado dolorosas, que te llevan al extremo, que enferma a los dos lados (tal vez alguno más afectado que el otro) y que son dañinas.

Nunca más. Nunca más...

No hay comentarios.: