Tu frialdad, tu caracater fuerte, tu decisión, tu entereza, tu fuerza de voluntad, el reflejo de tu alma, esa risa nerviosa que no quiere demostrar que es feliz, aunque sea por unos instantes... no. Nada de eso.
Tu pelo corto, pero suave, tus ojos que reflejan cada sentimiento que tienes dentro de ti, esas manos pequeñas que solamente invitan a la compañía, tu impulsividad ante la adversidad... no. Tampoco.
Era algo mucho más simple que las cosas evidentes que te rodean. Fue una frase. Una pequeña frase, que me dijiste abrazada a mi, como una pequeña asustada por la noche oscura... cuando me dijiste...
"No me dejes nunca..."
Y eso es lo que siempre quise. Pero, a veces, hay cosas que ni yo mismo puedo controlar. Quisiera no dejarte nunca... quisiera volver a sentir esa sinceridad de tu parte, pero aunque la busque ya no está...
Es bonito recordar ese momento. Nunca olvidaré el día que me lo dijiste. Te veías tan vulnerable, tan tierna... tan sincera.
Siempre hablando en pasado. Qué lástima me da...
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