Te vi. Fue un accidente en realidad. Estaba pensando en otras cosas. Y te vi. Te reconocí. No puedo dejar de pensar más en esa imagen, rápida, fugaz...
Fue tan sólo un segundo, estoy seguro de eso. De hecho, fue solamente un instante tan pequeño... pero que para mi fue una eternidad. Y vi el futuro en ti, en mi, en nosotros. Una y otra y otra y otra y otra vez. De nuevo me ilusioné. Me brillaban los ojos viendo tu pelo, esos ojos, esos benditos ojos... esa piel, tú, completamente tú.
Quise acercarme... para decirte cuantas cosas sentía por ti, que mis sentimientos no habían cambiado, que deseaba que estuvieras bien, que esperaba que me sonrieras, que me dijeras alguna de esas cosas chistosas que me decías siempre. Pero no. No lo hice. De la misma forma en que nunca lo he hecho.
Sólo te miré ese pequeño momento y nada más. Creo que ibas apurada, pero feliz. Sé que ibas feliz. Y eso es lo único que me reconfortó. Seguí mi camino, indeciso y un poco confundido. Quizás no eras tú... pero el sólo hecho de imaginarlo, de pensarlo, de vivirlo... me hizo feliz un pequeño segundo en el día...
Un pequeño instante... te vi pasar... nada más... nada más.
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