domingo, 20 de septiembre de 2009

Prozac - Cap 18


Han pasado algunos meses desde ese maldito día. Ahora, no me queda nada más que la mierda de rutina que me envuelve. No tengo nada más que eso a mi alrededor, además de mi secretaria cómplice que, desgraciadamente, se conforma solamente con sexo. Digo desgraciadamente no porque sea algo que me moleste, si no que CON ELLA me molesta.

Es que, lo chupa mal.

No solamente debo lidiar con una enferma ninfómana que no sabe practicar el sexo oral, si no que también debo lidiar con el hecho de que en las noticias ya se está dando a conocer esta desaparición. La muy puta pertenecía (se metió con un saco de weas con plata) a una familia bastante reconocida en Europa (poderosa sobre todo) y eso me molestaba. Algún día podrían averiguarlo, además que también me afectaba el hecho de que se follara a ese imbécil que salía a cada rato por la tele.

Tenía cara de tenerla chica.

Por suerte, mientras avanzaban los meses, salió un loco medio imbécil (habemos pocos locos que somos inteligentes, se nos llama genios incomprendidos) que dijo que la violó y se la comió, que iba a pedir rescate, pero le dio hambre verla desnuda y sangrando.

Hay cada psicópata.

Así que el caso se cerró con el pobre tipo pasándose películas (tal vez fue a otra a quién se lo hizo y las confundió, qué carajos sé) y el caso cerrado. Todo a mi favor, como por fin debieron ser las cosas desde el principio.

Así y todo, me daba pena. Al final, tuve que eliminar ese peso que tenía en mí única y exclusivamente porque el monstruo que ella me implantó al follar conmigo fue creciendo y creciendo hasta encontrarla, para casi volver a penetrarla como tantas veces imaginé, para terminar...

De todos modos me daba pena.

Ahora veo todo de mejor forma. Incluso a la puta de mi secretaria. No lo sabrá chupar, pero por lo menos sabe guardar un secreto.

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