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viernes, 3 de diciembre de 2021

Un buen día a la vez

Tuve un buen día. Sí, dentro de esta vorágine que ha significado la mierda que estoy metido, decidí reconciliarme conmigo mismo y hacer cosas que me gustaban... solo. Sin duda, le tengo un poco de temor a la soledad, es lógico, siento que estoy en un momento de mi vida que debería tener todo mucho más controlado, menos dudoso, más seguro... pero no ha podido ser, y ese es el mayor temor: no es que tema estar solo y cualquier compañía me sirva, es que siento que me hace falta esa compañía incondicional, esa que te quiere y no cuestiona.

Pero ahí me estoy desviando un poco.

Decidí salir, aprovechando una tarde libre. Fui a un lugar que solamente voy cuando estoy triste o melancólico, es una parte que está alejada de todo y de todos, y casi siempre he ido solo (hubo solo una vez... pero nada relevante si lo miro en perspectiva). Fui, descansé, hablé a distancia con un buen amigo que me ha dado buenos consejos y luego, al cine. Sí, te dará risa lo simple que es eso, pero es algo que me gustaba, pero que había dejado de lado... y bueno, aprovechando que están reabriéndose, pues fui. La pasé muy bien, no es primera vez que voy solo al cine, la verdad que no es algo que me complique... al final, es como todo: cuando chico, me daba pena ver gente almorzar sola, yo lo he tenido que hacer siempre, que iban al cine solos y ya es como 6ta vez que lo hago... la verdad que uno nace solo y se va solo...

sábado, 11 de enero de 2014

Vaiven

En ese preciso instante en que volvió, todo cambió. Fueron sólo unos días, pero sentí que era feliz otra vez... pero nuevamente, se fue.

Un sentimiento que va y viene. No sé qué más hacer, estoy perdido. A veces, siento que simplemente debería desaparecer. Soy el factor que sobra. Tal vez, eso haga. Así, esto no seguirá pasando nunca más.

Sí. Quizás lo haga. Quizás desaparezca... o tal vez solamente seguiré soñando.

lunes, 6 de enero de 2014

Cuento: Posibilidad

Por fin las tengo en mi poder. Están frente a mí. Tengo suficientes como para desaparecer para siempre y no volver a molestar a nadie más. Son la dosis justa para que nadie pueda intentar salvarme. Será lento y anestesiante. Un final que no merezco. Debería ser uno intimidante, castigador. Como todo lo que me pasa. Un castigo que merezco tener.

Pero es la única salida que tengo. Es la dosis que necesito para irme. Para que todos quienes me odian, aborrecen, desprecian por fin griten ¡victoria!, hemos vencido. Aunque fui derrotado en vida, es bueno morir para completar el circulo.

Tengo la tira lista, el agua también para facilitar el proceso. Aunque, si quisiera lograr algo con mayor destrucción y eficacia, utilizaría aguardiente o algún otro espirituoso. De esa forma, lograría un shock inmediato. Uno cardiaco, tal vez.

Eso que ansío tanto tener.

Pero no. Creo que lo haré anestesiándome. Eso necesito, anestesiarme de todo lo que me rodea, olvidar de la mejor forma posible: caminando hacia la nada. No sé si tomarlas de a una o varias a la vez. Debo evitar, bajo cualquier circunstancia que logren salvarme. Debe ser limpio. Debe ser cuidadosamente hecho. Debe ser inteligente.

Debo ser hábil.

Lo único malo será que no tuve la oportunidad de despedirme. ¿Qué importa eso ahora? Sólo hay que despedirse de aquellos que quieren ser informados de eso. 

Las tomaré de a poco hasta desvanecerme. Me rindo. Ganó la vida...

miércoles, 1 de enero de 2014

APS

Hace tiempo no escribía, pero en este momento, siento que debo hacerlo. Es algo que pasó hace mucho, pero que sentí que hoy debo expulsarlo.

Un día, conocí a alguien y era una persona muy especial. Era dulce. Muy dulce. Inteligente, preocupada. Me sorprendió saber que existía alguien así. Y la quise seguir conociendo, tanto como ella a mí. Era especial, sabes? Pero las circunstancias me aplastaban. Nos aplastaban. Pero una linda amistad había nacido. Era preciosa. Era lo que siempre quise que fuera... hasta que sentí algo.

Sentí que ella me quería más de lo que decía. Debe ser un mal entendido, pensé, pero no. Cada vez sentía más y más que sus sentimientos eran puros. Y era tan dulce, lo dije verdad?, era tan tierna, tan  niña... que no dejaba de pensar que podía ser así. Hasta que un día decidí ponerla a prueba para saber si yo estaba equivado o no... y no; no lo estaba.

Algo me hizo click. Esa tensión de cariño más allá que la amistad que tanto había sospechado, se había hecho realidad. Esos casi besos al despedirnos cada vez... No supe qué hacer porque, vuelvo a insistir, las cirunstancias no me dejaban actuar con claridad. Era una época confusa en mi corazón. Entre la frialdad que prometí mantener y la ternura que esta dulce niña me comenzaba a provocar. Todo era difícil de ver en ese momento.

Dije, se la va a pasar. Pero no. Me conquistó. De a poco fui sintiendo que se volvía importante para mí, inevitablemente importante. Que me gustaba hablar con ella, que estaba dejando que me conociera más allá de lo que debía, que su voz, sus ademanes, su mirada, su compañía... todo era para mí algo importante. Qué fue lo que pasó que dejó que me sucediera esto?, qué tenía su alma que abrió la mía?

Tenía tantas dudas, y quise que ella fuera feliz. Y quise aclararlas, para que supiera que al final nada pasaría, que su amistad era más importante. Nos juntamos. Hablamos. La miré, más nervioso que nunca y... nos besamos. Fue el beso más tierno que he dado nunca, más dulce, más lindo, más puro, más verdadero... y tuve miedo. Porque ella era tan buena, tanto...

Y seguimos así. De vez en cuando, cariño y amor, otro tanto, sólo amistad. Era un va y viene que nos daba paz cada vez que estábamos juntos, era como un mundo aparte, paralelo. Un mundo que me hacía feliz y tranquilo y ella me quería más y más, y yo también comenzaba a sentir lo mismo pero, pero, pero, pero... las circunstancias... nos aplastaron.

Ella se alejó por primera vez. Fue pacifico, amoroso, tierno, pero triste. La respeté porque quería que estuviera bien. Lloré como hace años no lloraba, porque estaba perdiendo a alguien que se había convertido en una parte tan fundamental de mí. Y tenía nuevamente miedo, miedo de que desapareciera para siempre de mi vida y yo no hacía nada para detenerla. Y no hice nada. Hasta que la volví a ver, unos meses después.

Y le dije una sola frase al abrazarla inocentemente: "te extraño". Eso la descompensó, según me dijo posteriormente. Y le volví a hablar para que supiera que no quería incomodarla y esas cosas... pero resultó todo lo contrario. Nos quisimos otra vez... otra vez estabamos de amigos. De esos amigos especiales...

Fue otro tiempo muy lindo. Más fuerte, más unido. Más tierno, más dulce... me confesó su amor.

Por segunda vez, hubo un quiebre. Esta vez más doloroso, puesto que fue sin aviso. Sólo huyó. Me dolió tanto, fue una pena negra y me di cuenta de que... volví a amar. Fue tarde y doloroso... e hice la locura de esperarla hasta volverla a ver un día, en una estación de metro. Y la esperé, y la esperé y ella llegó y me abrazó y lloramos y le dije que la amaba... pero era el principio del fin.

Ella quería alejarse. Sólo un par de semanas más y se fue definitivamente. No aguantó las circunstancias: sus creencias, el contexto, el que no nos pertenecieramos completamente por esos motivos y más... no lo aguantó. Y decidió escribirme una carta. En ella, en el último párrafo, se despidió de mí.  Dijo que me extrañaría. Cuando hablamos, tenía miedo que la leyera. Era el miedo de que yo leyera que se despedía o que tal vez ese iba a ser el único recuerdo que tenga de ella hasta ahora?

3 días después, ella decidió pedirme solamente ser amigos. No acepté. Al día siguiente, me dijo que se iba para siempre de mi vida y me borró de su historia. Lloré a mares, con un dolor de no haber podido hacer nada. Y no hice nada, la dejé ir. Porque, en definitiva, sufría tanto como yo por no poder estar juntos 100% como debería ser.

Nunca la olvidaré. Su dulzura, su preocupación, sus "porras", sus ánimos, su inteligencia, sus sueños, su decisión. Era diferente a todas. Era especial y la dejé ir. Asumo mi responsabilidad, no supe como manejar este tema y salió mal.

Fueron meses lindos, sabes?, y al último, también me enamoré de ti. Nunca leerás esto, aunque me gustaría saber que sí lo hiciste. Siempre serás un lindo recuerdo. Encontrarás a alguien que crea lo que tú y sea parte de tus pensamientos, no yo que era un simple tonto queriendo ser querido y con ganas de ser feliz para siempre contigo.

Siempre soñaré con esa casita en el campo que te dije que quería. Con muchos niños dando vueltas por ahí y viviendo de la tierra. Ojalá leas esto, porque quizás yo ya no esté. Mi corazón sufre tanto que me hace pensar lo peor. No sé qué más hacer por ti... para que de verdad me creas cuanto te amé...

Eres algo tan lindo y tierno, lo que me pasó fue tan bonito contigo, tan puro a veces... espero volver a verte de lejos y que sepas que siempre te querré, siempre, no importa cuantos años pasen, siempre mi corazón te recordará como la niña más peque que haya conocido jamás. Cambiaste mi corazón, lo volviste a enternecer, fui persistente, insistente, paciente. Nada de eso resultó. Lo sé. Y me duele aceptar el no volver a verte cerca, paseando conmigo o comiendo un helado o simplemente riendo a carcajadas de algo que te dije para verte feliz...

Adiós Para Siempre.-

lunes, 21 de enero de 2013

Serie: Dinastías II

Cuando escribía sobre temas que me apasionaban, por allá por el 2008. Nunca lo había publicado. Es el momento:

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Ya hemos visto de que se trata la dinastía Merovingia. Ahora es momento de repasar el porqué de su importancia. Muchos escritos la nombran como la Dinastía traicionada de Francia, en sus orígenes. Se piensa de esta forma, ya que Los Mayordomos de Palacio, quienes servían de manera incondicional a los nombrados merovingios en materias de política y RR. PP. traicionaron la confianza de los reyes actuales, con apoyo de la Iglesia de aquella época. 

Pero eso no llamaría la atención de nadie, si no fuera por el hecho de que siempre, siempre existen segundas lecturas. Es aquí donde entran las teorías de que los Merovingios son más de lo que la historia piensa. Que son los desendientes de la Casa de David, la real Casa de David, que justifica el verdadero significado de Mesias, Rey político y guerrero de un pueblo, lider espiritual que protege a quienes se encuentran bajo su manto. Pero ese es tema de más adelante. Lo importante ahora es concluír que es cierto y que no lo es.

Lo cierto es que Los Merovingios sí fueron traicionados, si lo vemos desde un punto de vista político por aquellos que decían que les apoyaban. Y esa traición, llevó a que en nuestros días aún pensemos que ellos poseen divinidad en su sangre. Fueron acaso los decendientes de Jesus? o tal vez su desgracia, esa que los llevó a su desaparición les ungió el hecho de ser divinos? Sólo la leyenda y el tiempo lo saben.