Mostrando las entradas con la etiqueta Cuento. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cuento. Mostrar todas las entradas

miércoles, 2 de febrero de 2022

A veces, se asoma

Estaba el hombre pensando en cómo subir al cielo, recostado en el pasto: "algún día, subiré, pero las nubes se ven blandas", se dijo. Luego se dio la vuelta y miró hacia el lado, niños corriendo, gritando, felices: "algún día tendré hijos, aunque nadie más quiera tenerlos".

Después, se sentó, mirando hacia el fondo a algunas parejas paseando: "algún día estaré así, o más bien, estuve así..."; de esa forma, se asomó un recuerdo que no quería volver a rescatar, pero la mente es engañadora cuando quiere. "Ella me amó, estoy seguro que me amó", se dijo el hombre apretando sus manos en forma de puño, "ella ahora me detesta, me aborrece, solamente por no llenar sus expectativas y ¡vaya que está en su derecho de hacerlo si cree que no soy lo que ella quiere!, pero odiarme como lo hace, es ilógico, ella podría estar ahora hablando de nubes y niños gritando conmigo, pero decidió no estar, solamente está para asomarse, para decirme que tan reemplazable soy, que tan poca cosa fui y seré, para decirme que..."

"Para decirme nada", se dijo el hombre, parándose y caminando hacia la orilla del parque. Ella no dijo nada al irse, no dice nada ahora y no dirá nada después.

A veces, el recuerdo se asoma, pero no dice nada.

"Algún día, dejaré de pensar en ella como ella dejó de pensar en mí", se dijo. Sonrió, con una lágrima rodando por su mejilla y se fue.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

El paseo de un hombre solitario

 

Un hombre decidió salir, porque se sentía asfixiado dentro de su vida. De su casa, más bien, pero más bien de su vida, así que decidió ir a un lugar lejano, aislado, en donde pudiera estar él con sus pensamientos y penas. 

Llevó un par de libros, y se fue a buscar un lugar donde había sido feliz, con otra persona (que tampoco está en su vida), pero era un buen recuerdo y quiso ir. Tomó su bolso, sus libros, y se fue. Todo el día, hasta la noche, solamente la naturaleza y él, pensó. Buscó y encontró el lugar que quería, justo donde se manchó sus sandalias con barro, porque estaba recién mojado, y ella reía y se abrazaron, riendo juntos. Ella es un buen recuerdo, suspiró. Este hombre, ahora, trata de olvidar a otra persona, que fue... fue muy importante y doloroso. 

Ahora, veía ese rincón y sonrió. no quiso sentarse así porque era muy abierto, así que buscó otro rincón, más solitario, porque sabía que quería, necesitaba "botar" todo... llorar.

Obvio, el dolor se expresa.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

La Princesa busca marido (de Jorge Bucay)

El siguiente relato, lo escuché en YouTube, al principio de una charla que me disponía a ver. Me hizo tanto sentido que compartirlo es lo mínimo que puedo hacer... porque siento que la reflexión final es de lo más acertada y si, estás en la disyuntiva aún de que si ese amor te hace/hizo/hará bien, pues, lee esto y tal vez lo entenderás un poco mejor... tal como yo lo hice.

Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro, al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.

Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven. Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven, que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.

La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:

viernes, 26 de noviembre de 2021

Frente al Espejo

Me vi al espejo y me di asco. Me dieron ganas de destruirme completamente. Me dijeron que era un inutil, que no sabía tomar decisiones, y yo les creí. Le creo. Ese es el problema, quizás, que me dejo llevar por la influencia de las recriminaciones ajenas.

Pero aún así, me quiero destruir. Me miro al espejo y me recrimino, lo imbécil que he sido, lo tonto que me he comportado, que simplemente no llegaré a ninguna parte, que no soy nada, que soy una gran nada, que no significo nada, que no llegaré lejos, que me estancaré, que no sirvo... y me miro con ganas de que toda esta pena, rabia, odio, decepción, desesperanza envuelvan mi cuello y me ahorquen hasta el final.

Quiero morir, frente al espejo, quiero que mi reflejo deje de respirar, y nada ni nadie más sepa de mi existencia.

Lloro, me doy cuenta que, incluso ésto, es un imposible, me lavo la cara y dejo de observarme. Me repulso. Ya no soporto más...

sábado, 11 de enero de 2014

Vaiven

En ese preciso instante en que volvió, todo cambió. Fueron sólo unos días, pero sentí que era feliz otra vez... pero nuevamente, se fue.

Un sentimiento que va y viene. No sé qué más hacer, estoy perdido. A veces, siento que simplemente debería desaparecer. Soy el factor que sobra. Tal vez, eso haga. Así, esto no seguirá pasando nunca más.

Sí. Quizás lo haga. Quizás desaparezca... o tal vez solamente seguiré soñando.

lunes, 6 de enero de 2014

Cuento: Posibilidad

Por fin las tengo en mi poder. Están frente a mí. Tengo suficientes como para desaparecer para siempre y no volver a molestar a nadie más. Son la dosis justa para que nadie pueda intentar salvarme. Será lento y anestesiante. Un final que no merezco. Debería ser uno intimidante, castigador. Como todo lo que me pasa. Un castigo que merezco tener.

Pero es la única salida que tengo. Es la dosis que necesito para irme. Para que todos quienes me odian, aborrecen, desprecian por fin griten ¡victoria!, hemos vencido. Aunque fui derrotado en vida, es bueno morir para completar el circulo.

Tengo la tira lista, el agua también para facilitar el proceso. Aunque, si quisiera lograr algo con mayor destrucción y eficacia, utilizaría aguardiente o algún otro espirituoso. De esa forma, lograría un shock inmediato. Uno cardiaco, tal vez.

Eso que ansío tanto tener.

Pero no. Creo que lo haré anestesiándome. Eso necesito, anestesiarme de todo lo que me rodea, olvidar de la mejor forma posible: caminando hacia la nada. No sé si tomarlas de a una o varias a la vez. Debo evitar, bajo cualquier circunstancia que logren salvarme. Debe ser limpio. Debe ser cuidadosamente hecho. Debe ser inteligente.

Debo ser hábil.

Lo único malo será que no tuve la oportunidad de despedirme. ¿Qué importa eso ahora? Sólo hay que despedirse de aquellos que quieren ser informados de eso. 

Las tomaré de a poco hasta desvanecerme. Me rindo. Ganó la vida...

domingo, 27 de enero de 2013

Nunca le dijo nada (cuento)

Nunca le dijo nada. Solamente se fue y nunca más la volvió a ver. Al principio fue algo molesto, fue algo triste... luego, la olvidó. A veces la recordaba solamente para pensar en que nunca se despidió. Pero nada más.

Cierto día supo que se había casado y tenía hijos. Él, firme en su pensar, seguía solo y sólo pensaba en seguir avanzando en su trabajo. Cuando se enteró atinó a decir "era esperable". No hubo otra reacción. Ya había olvidado que la amó y que por algún tiempo añoró que volviera. Pero ella había mentido. Siempre le mintió.

Si quieres a alguien, independiente de si pasas rabias o problemas, todo debería resolverse. No alejarse. No olvidarse. Eso pensaba él. Por eso, cuando supo que la vida de ella había cambiado tanto, no pensó mayormente en aquello y siguió adelante.

Sigue tu vida niña, pensó el hombre taciturno. Que yo, seguiré luchando por la mía. Y esa fue la última vez que siquiera, la recordó.

domingo, 20 de enero de 2013

Encerrado (Cuento)

Estaba este profesor, encerrado en una bodega. Más que encerrado, vivía ahí. Solamente pensaba en poder salir. Pero no podía. Estaba encerrado.

Encerrado por sus pensamientos, encerrado por su descarne. Encerrado por la lástima hacia sí mismo que sentía. Encerrado por lo nimio que se sentía frente a sus propias alumnas. Todas mujeres, que siempre daban vueltas a su alrededor, presintiendo su miedo, cuan perros que se alimenrtan del temor latente.

Hasta que un día entran a su bodega, irrumpen en ella. Universitarias que solamente sabían que ese profesor, escondido de todo lo que lo rodeaba, estaba ahí. En la misma posición, mirando por su ventana como caminaban los que tenían la personalidad suficiente de sentirse humanos. 

Entraron y lo arrinconaron. Su pena, esa pena que lo carcomía estaba más abierta que nunca. Ahora, estaba siendo humillado como nunca lo fue. Comenzaron a rodearlo y una de ellas, una de las más hermosas se acerca y lo abraza, lo abraza fuerte y comienza a decirle obsenidades al oído; él no podía dicernir entre la realidad y la ficción y todas bravaban de alegría a su alrededor. No pudo aguantar su excitación.

La chica lo suelta. Le dice "patético" y se van. Todas se retiran. Él, como nunca se mira en el piso. Llora. Otra persona muere esa noche. No por los designios de Dios, si no por los designios de la enfermedad, de la pena y del patetismo.

viernes, 2 de marzo de 2012

Siempre lo dije

Siempre dije que si dejaba de escribir era por algo. Supe que todos están bien allá afuera. Descubrí que ya olvidé. Que no están en mi cabeza. Que ya no inspiran nada.

Supe que no siempre mirar hacia atrás es bueno. Creo que me desahogué lo suficiente y espero, firmemente, que ya nada impida seguir adelante. Por eso no escribo más. Porque no tengo en quién más pensar. A quién más recordar. Todo ya se acabó. Hace tiempo. Por una u otra razón.

No sé qué más decir. Este lugar me sirvió de limpieza. Muchas cosas me carcomían. Y ahora, puedo estar tranquilo, luego de años de escribir ya sea para sentirme mejor, para decir esas cosas que cuesta tanto expresar... etc.

Ojalá que si vuelvo a retomar esto, sea para algo mucho más relajante. Alguna anecdota, no sé. Mientras, bueno, mientras nada, se queda esperando a que vuelva a inspirarme, quién sabe?, tal vez ahora con mucho más luz al final del camino.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Busca explicación.

No sabe qué hizo mal. No sabe qué pudo provocar ese enojo. Ese rechazo. Quiere explicaciones, para entender, para al menos poder comprender porqué le pasó. No puedo darselas. Ni yo mismo las comprendo, no puedo, porque no debe saberlo.

No debe saber que tanto cariño llevo a que alguien no quisiera saber más de ella. No debe saber que no vale la pena la preocupación, ni los consejos, ni las putas lágrimas que derramaste porque sabes qué? Nunca sabrás qué pasó.

Jamás.

domingo, 23 de octubre de 2011

Se recriminaba

Comenzó a gritar tan fuerte. Ya ni sé qué era lo que me reclamaba. No le entendía, o no quería entenderle, una mezcla de ambas cosas. Luego tomó el teléfono y lo golpeaba sobre la mesa fuerte, casi lo rompe.

No sé cómo, pero la tomé de los hombros y le dije que se calmara, que no entendía nada, que por favor se detuviera. No hubo caso. Por fin dijo algo que sí pude entender, demasiado claro para mi gusto: "esto es mi culpa, déjame terminar con esto". En ese momento, tomó una cuchilla y se cortó. Tan rápido, que a penas pude llegar a pensar. Se cortó un mechón de pelo y lo dejó caer.

Entendía cada vez menos lo que se me presentaba. No sabía cómo reaccionar. Quedé atónito mientras ella balbuceó algo y se agachaba para quedar tendida en el suelo. Me puse junto a ella. La abracé y lloró. Nunca volvimos a hablar de eso. Y ese fue el problema, porque cada vez que pienso en esto, me corre el escalofrío que inevitablemente me murmura lo equivocado que estoy.

domingo, 14 de agosto de 2011

Última oportunidad

De esas típicas reuniones te vine a ver. A lo lejos. No me acerqué, por obvias razones. Luego, pensé, cuando estaba tomando ese avión, tal vez nunca más la vuelva a ver.

Qué más da.

Así tiene que ser. Y así fue por 10 años. Otra de esas típicas reuniones, pensé, en el fondo de mi corazón pensé que te volvería a ver. No fue así. Nunca más te volví a ver.

Qué más da.

Mi hija me pregunto porqué miraba esa foto, la única que tenía con ella. Y porqué no era mamá. Le dije que era una vieja amiga a la que nunca le pude decir adiós. Me miró y me abrazó y me dijo que no estuviera triste... que el único que se sentía así era yo, pero no ella. Madura la pequeña. Aprenden rápido sobre el dolor las nuevas generaciones. A penas si tienen 8.

Dejé la foto a un lado y miré en el cielo de Madrid: quizás, ella esperaba que yo me acercase, quizás ella no sabe que este era mi futuro, lejos.

Qué más da. Ya perdí la última oportunidad. Ya no importa nada. Abrazo a mi pequeña y guardo la foto junto esa carta especial que alguna vez me regaló. Sí. Soy un maldito sentimental.

sábado, 26 de febrero de 2011

Pena patológica

Sentiste lástima. Eso fue lo que le dijo el tipo antes de arrojarse por el balcón del décimo puiso, en frente de la mujer, que, sin saberlo, también terminaría con su vida ese día.

Ambos estaban enfrascados en una relación sumamente patológica. Uno de los dos, algún día, terminarían cediendo y terminando con su vida. Ese era el límite. Y ese día, ambos destruyeron esa paciencia mutua.

Ella le dijo que había estado con él por lástima. El dolor del tipo, se transformó en deseo de muerte... hacia él mismo. Así que simplemente se dirigió hacia la ventana, la abrió y... fin de la historia. Ella, pasmada, tomó sus pastillas y las arrojó hacia afuera, gritando que él había logrado su objetivo: lastimarla y hacerla sentir culpable. En eso, tomó las tijeras de costurera que tenía y se cortó las piernas, la parte interior de sus muslos, exactamente hablando. El desangrado era lento, así que decidió acelerarlo: su cuello estaba disponible.

Ambos muertos. Ambos se hicieron TODO EL DAÑO posible. Eso es lo que pasa cuando dañas demasiado, cuando las cosas salen de control, cuando ya no hay vuelta atrás. No puedo saber a ciencia cierta cuál de los dos estaba peor: porque ninguno de los dos está como para preguntarle, pero esto me enseña de que hay relaciones demasiado dolorosas, que te llevan al extremo, que enferma a los dos lados (tal vez alguno más afectado que el otro) y que son dañinas.

Nunca más. Nunca más...

jueves, 23 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 20 (FINAL) (Re-Publicación)

Llegué a la oficina a la misma hora de siempre. La gran diferencia, era a lo que iba. Renuncié. Le dije al pelotudo de mi jefe, que no era más que un maricón, así que podía meterse su mierda de negocio por la raja, preferentemente ayudado por su asistente, el cual era gay y le tenía ganas hace tiempo.

Se lo dije tan bajo que parece que lo único que escuchó fue la parte de mi renuncia y se despidió afectuosamente, preguntándome cuándo me iba.

Ahora, hijo de puta. Lo último, al parecer, tampoco lo escuchó o se hizo el tarado.
Me iban a hacer despedida los muy envidiosos hijos de la gran puta. Que se vayan al carajo, para lo poco que recibo fue bastante lo que les di. A algunas, les di mucho más, de hecho.
De ahí, la última cita.

Hace años no entraba a ese parque. Era como siempre. Poca gente, muchas parejas. Esto último, apestante... sobre todo por el hecho que las mismas no se conforman con pasear, conversar, reír y entre medio besarse. Si no que de frentón, tirar.

Hijos de la más malsana, chupapijas y puta del mundo.

Me senté en ese asiento al lado de los negocios principales que tantas veces había visto y esperé. Siempre tengo que esperar, si no se trataba de la muerta que era más puntual.
3,2,1...

Llegó con su cara de apuro, de hastío. Pero feliz de verme. Alguien feliz de verme. Curioso.

-Tanto tiempo...

-Demasiado...

Conversamos muchas horas sentados ahí. Le conté que había renunciado, entre medio balbucié de mis sadismos sexuales acostumbrados, etc.

Ella me decía que estaba casada (mira tú) y que quería formar familia, pero aún no, ya que le gustaba lo que estaba haciendo. Sinceramente, no logré entenderle qué chucha hacía. Debe ser porque no me cabía en la cabeza que fuera feliz.

Después de haberla conocido cómo era.

Siempre fue triste, solitaria, melancólica, tímida, llorona, callada. A la vez que enferma. Me agradaba. Por eso me acerqué a ella y sentí cosas por ella.

La última mujer por la que sentí algo. Te imaginarás que la conocí después que al cadáver.
Yo sacaba lo gracioso de ella. También, veía como finalmente era bastante audaz, pero reservada.

Y también supe lo que era un beso.

Uno tierno, sincero. Uno humano, más bien.

Pero, un día, fin. Todo acabó. Se desapareció. De hecho, la semana que le di un beso. Se puso roja, de todos colores en realidad y huyó. No la vi más, ni supe de ella. No admitir y esas estupideces incluídas.

Sin embargo, la perdoné por nunca decirme nada. Total, tuve la culpa, la personalidad de la tipa era así, no podía esperar más.

Aunque si arrancaba pa un beso, una cacha imaginate...

Ahora resulta que está casada. Y me contactó para pedirme disculpas. Me dijo que siempre pensó que el feliz era yo y que qué me hizo cambiar tanto...

Me quedé callado cinco largos minutos, pero no incómodos, solamente largos. Le dije que no pude ser feliz por el rechazo. Por el dolor. Por el mal ojo. Por el dolor. Por el deseo. Por la maldad. Por el dolor. Por las pastillas. Por querer mucho. Por dar poco. Por recibir nada. Por el dolor. Por la desesperación putrefacta de sentir ser un ser sucio que no merece la felicidad porque la soledad es mucho más simple. Porque le hago daño a la gente. Por no merecer esto. Por ser un tirao a gente. Por el dolor. Por ella.

Por ella. Por ella. Por ella. Por ella. Por ella. Por ella.

Por el dolor.

Me paré, me fui corriendo. Ella me trató de alcanzar y entonces...

Subí a mi auto y me gritó de lejos:

-Siempre te amé. Nunca olvides eso. Perdóname...

Y aceleré. Nadie, nunca JAMÁS me ha dicho te amo. Llegué a mi casa aborreciendo mis putas decisiones, tomé un cuchillo, me corté la yugular con el cuchillo más filoso de mi casa de manera tan profunda que no hubiera la menor posibilidad de salvarme... me tendí en la cama, me desangré y dejé de ser una molestía para la muerta, que solamente pensó que era una persona madura y por eso se metió conmigo, pero se metió con un pendejo que jamás pudo entender a una enferma y que luego se folló a medio Santiago buscando el sabor de su entre pierna sin un "te quiero" de vuelta, que besó a una amiga que era tímida y vulnerable y que le hizo daño hoy en la tarde, ella solamente quería verme, murió, basta, se acabó...

Este remedo de ser humano que apesta de manera subcutánea se va. Pierdo la conciencia. No siento nada. No escucho nada. No huelo nada. Dejo de respirar.

Mierda. Cuanto necesito un prozac ahora.

FIN

martes, 21 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 19 (Re-Publicación)

No quería levantarme de la cama. Estaba mirando hacia el techo, buscando la mejor forma de terminar dopado. Hice un cóctel de pastillas tan grande para igualar lo que hacías tú, (sí, tú, la muerta) que solamente veía estrellas que daban vuelta a mi alrededor. Y yo mismo daba vueltas. Esta mierda no iba a acabar nunca, jamás.

Hasta que sonó mi BlackBerry. Puto teléfono, no era cómo me imaginaba. Si tuviera realmente ganas imperiosas de vivir, juro que me compraría cualquier otra mierda. Mala gráfica y delicados por todos lados, sobre todo en sus bordes, lo que hace que se vuelva más difícil cuidar a uno de estos que a un iPod Touch lo que ya es bastante qué decir.

Tomé el aparato y era una amiga. Antigua amiga. Ex amiga. Sí, suena extraño, pero era de las pocas mujeres a las que llamaba "amiga". Debe ser porque en su momento me rechazó y no nos vimos nunca más. Y eso me inspiró para abordar a las mujeres con el propósito de follar más que agradarles. Las dos cosas no van de la mano.

¿Porqué chucha me llama?, ¿debí haber cambiado mi número cuando pude?, ¿podré contestar sin decir "quiero morderte una mejilla para luego salpicar tu sangre en mi muralla" mientras le hablo?, y lo más importante, ¿qué quiere de mi?

-¿Aló? XXXXXX, cómo estás?, te debe extrañar que te llame...

-Sí, bastante tiempo. Pensé que para ti era un cerdo que sólo pensaba en vaginas y clítoris. Algo así me dijiste.

-Te llamaba para otra cosa. Si no estás muy ocupado.

-No, solamente me manoseaba la entrepierna mientras miraba al techo. Lo usual de un día domingo. Así que dime.

-Quería que nos juntaramos, si es que puedes...

(Juntarnos, si ni siquiera cuando éramos chicos esta mina quería juntarse conmigo, era yo el interesado en verla. Qué carajo quiere de mi)

-Déjame revisar mi agenda... esperame...

Tomo un frasco de prozac y veo que le queda un par de pastillas dentro. Busco un vaso de agua, siempre me dijiste que dejara uno al lado del velador y confort, sí, confort para limpiarte cuando te follaba y te dejaba tan húmeda...

Me da una arcada, pero es pequeña.

Tomo el vaso, le pongo agua, tomo pastillas y tomo el teléfono...:

-Claro que puedo cualquier día de la semana. Dime a qué hora y dónde.

-Juntemonos en el parque de siempre, de seguro lo recuerdas...

-Mmm, claro. Pero, dime si no fuera molestia que te pregunte... ¿qué quieres de mi?

-Conversemos de la vida. Creo que me hace falta un... ya sabes, viejo amigo...

(Eso es y será. Pero no me importa, puedo perder horas etéreas con cualquier persona. Si no es eso, es volarme, jalar, curarme o empastillarme)

-Bien. Mañana entonces, a las 3.

-Perfecto.

-Bien.

-Nos vemos XXXXXX... oye... ja, me reconociste la voz...

-Tu voz es lo último que olvidaría...

-Tonto. Hasta mañana...

Corté y lloré como un pendejo. Como si mañana fuera a ser el último día de mi vida...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 18 (Re-Publicación)

Han pasado algunos meses desde ese maldito día. Ahora, no me queda nada más que la mierda de rutina que me envuelve. No tengo nada más que eso a mi alrededor, además de mi secretaria cómplice que, desgraciadamente, se conforma solamente con sexo. Digo desgraciadamente no porque sea algo que me moleste, si no que CON ELLA me molesta.

Es que, lo chupa mal.

No solamente debo lidiar con una enferma ninfómana que no sabe practicar el sexo oral, si no que también debo lidiar con el hecho de que en las noticias ya se está dando a conocer esta desaparición. La muy puta pertenecía (se metió con un saco de weas con plata) a una familia bastante reconocida en Europa (poderosa sobre todo) y eso me molestaba. Algún día podrían averiguarlo, además que también me afectaba el hecho de que se follara a ese imbécil que salía a cada rato por la tele.

Tenía cara de tenerla chica.

Por suerte, mientras avanzaban los meses, salió un loco medio imbécil (habemos pocos locos que somos inteligentes, se nos llama genios incomprendidos) que dijo que la violó y se la comió, que iba a pedir rescate, pero le dio hambre verla desnuda y sangrando.

Hay cada psicópata.

Así que el caso se cerró con el pobre tipo pasándose películas (tal vez fue a otra a quién se lo hizo y las confundió, qué carajos sé) y el caso cerrado. Todo a mi favor, como por fin debieron ser las cosas desde el principio.

Así y todo, me daba pena. Al final, tuve que eliminar ese peso que tenía en mí única y exclusivamente porque el monstruo que ella me implantó al follar conmigo fue creciendo y creciendo hasta encontrarla, para casi volver a penetrarla como tantas veces imaginé, para terminar...

De todos modos me daba pena.

Ahora veo todo de mejor forma. Incluso a la puta de mi secretaria. No lo sabrá chupar, pero por lo menos sabe guardar un secreto.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 17 (Re-Publicación)

Y llegamos a un terreno baldío que está a los pies de la Pirámide, cerca de donde yo vivía antes. Relativamente cerca, pero barrios que conocía muy bien. De pronto, al ver el cuerpo amarrado fuertemente en bolsas de basura, me di cuenta que había un solo lugar dónde hacerlo desaparecer y con qué hacerlo desaparecer.

-Vamos por parte, como decía nuestro colega Jack...

Dije, mientras comencé a cortar pedazo tras pedazo ese puto cuerpo que TANTO me había hecho sufrir y que ahora yacía eliminado, pulverizado, inerte, ante mi mirada fría, maldita, esquizofrénica, acompañado por una mujer tanto o más enferma que la que acababa de matar y que, seguramente, terminaría matándose camino a casa, por la impresión.

Había tiempo y ganas, así que luego de cortar los pedazos del cuerpo, comencé a echarle parafina y a quemarlos, tanto como fuera posible. Era un lugar apartado y nadie, absolutamente nadie llegaría a molestarnos.

Había tiempo.

Luego de ver cómo se carbonizaba todo, encontramos un chuzo en el lugar, por lo cual (siempre y en cada momento) con los guantes de cuero de vaca que compre en mis últimas vacaciones en Europa (putas como las de allá no hay en ninguna mierda de país), comenzamos a pulverizar cada trozo de osamenta o miembro que estaba en el lugar.

No digo que no fuese asqueroso.

Luego, volvimos a quemar el lugar, poniendo aserrín encima de lo que aplastamos. Y de nuevo lo hicimos, esta vez, con diarios viejos (que habían en mi departamento). Luego, comenzamos a regar el lugar, gracias a que había un pozo cerca (todas las condiciones dadas, el puto lugar era ideal).

Después, volvimos a poner aserrín, aplastar y quemamos por última vez. Después, esparcimos cal, tierra de hoja, dejamos parejo el lugar (que era amplio, por ende difícil de rastrear) y listo. Lo contemplamos un pequeño instante.

No podía creer lo que acababa de hacer. Era ella a quién maté. Lloré, lloré y no pude dejar de llorar, mientras reía y lloraba y mi secretaria se fue al auto, prendió un pucho, lo fumó y también lloraba en el auto, sentada...

Caí de rodillas y lloré y reí y reí y lloré...

-Seca esas lágrimas (me dijo sollozando mi secretaria) y vámonos a casa...

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 16 (Re-Publicación)

Cuando llegó, se sintió abatida. Estoy seguro que le impresionó ver un cadáver en mi cama. Más aún, cuando allí habíamos hecho el amor tantas veces, las mujeres son muy impresionables. Entonces me preguntó que qué había sucedido, que porqué las cosas habían llegado a ese punto y, obviamente, quién era la tipa muerta tendida en mi cama.

Le dije su nombre. Entendió de qué se trataba todo.

Entonces, comenzó a dar vueltas por la habitación buscando una serie de cosas para poder llevarse el cuerpo. De pronto, la vi siendo participe de un crimen, podríamos decir, pasional. Aunque en gran medida, también es culpa de las pastillas que tomo. Realmente pueden hacerte mal, no querida?

Fue allí cuando vi fijamente el culo de mi secretaria, mientras trataba de sacar el cuerpo de mi cama. Me le tiré encima y la quise penetrar. Y así fue. Lo hicimos al lado del puto cadáver de esa puta de mierda. Y fue altamente excitante, tanto que me corrí más de una vez en un solo polvo.

Me ha pasado a veces, nada anormal.

De repente nos vimos los tres tirados en la cama, los 3 bajo la petit mort, aunque una ya llevaba una large mort, pero para el caso es lo mismo. Nos vestimos y comenzamos a movernos para disipar las dudas. Nadie debía darse cuenta de que sacábamos un cadáver de mi loft. Por suerte, mis mierdas de vecinos ni siquiera saben cómo se llaman entre ellos, tan apersonales, tan escoria, que, cuando tenga oportunidad, también los eliminaré, menos a la niña de al frente, tiene 16 y promete ser tan estrecha como su entrepierna intenta mostrarme. Sabores que debo, sin duda, aprovechar.

Por suerte poseo una maleta lo suficientemente grande como para que quepa el cadáver. Así que, es solamente cosa de doblarla bien para acomodarla. Le rompimos la espina, lástima. Pero, cabía. Eso era lo importante. Así que nos movimos ligeramente hacia el auto, con cara de calientes, aún estábamos así, pero más exagerada, así si alguien nos veía iba a creer que nos íbamos raudos hacia unas vacaciones juntos.

En ese momento, veo a la niña de 16 con su uniforme escolar. Qué ganas de tomarla del brazo y tirarla a mi cama, y darle lo que tanto quiere, cómo se mueve, cómo camina, cómo se le ven esas piernas que quiero lamer...

Me distraje. De nuevo.

Subimos al auto. Entonces, eché la maldita maleta y partimos. Qué hacer con el cadáver.

-Tengo una buena idea. ¿La combustión espontánea es para ti una opción?

Pensé un momento en que esto es una soberana molestia.

-Hagámoslo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 15 (Re-Publicación)

Estaba apretando fuertemente su cuello. Sin darme cuenta, comenzaba a cerrar sus ojos lentamente. Esos ojos que alguna vez miré tan fijamente, mientras la follaba. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. Los entrecerraba y le brillaban, de placer, gozo, amor. Esa vez, juro que detecté amor.

Así que lo metía más fuerte. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. Adentro...

Ahora, no estaba en medio de un polvo. Estaba ahorcándola de la forma más dolorosa posible, pero a la vez, la más silenciosa. Esa maricona se lo merecía, por puta. Por toda la mierda que me hizo pasar, por todo lo que me hizo y me sigue haciendo hasta el día de hoy...

-Te gusta calentarme, cierto? Te encanta ver como se me abulta el paquete, pero sabes qué? Eso se acaba hoy, AHORA. Todos estos años de mierda pensando "porqué", pensando en qué había pasado. Eras tú, después de todo, eras tú la desequilibrada, la enferma, la esquizofrénica, la bipolar, la fronteriza y toda esa mierda psiquiátrica que los doctores intentan meterte en la cabeza. Eres una puta que no sabe respetarse ni siquiera a sí misma y ahora, mirame, mirame fijamente perra concha de tu madre, que soy un reflejo de todo lo que fuiste, eres y serás siempre por los siglos de los siglos, amén...

Comenzaron incoherencias en mi mente. Era de suponerse. Estaba a punto de terminar con una vida humana y no me era agradable en lo absoluto. Pero ese era yo siendo persona, el yo siendo victimario, el yo siendo asesino. De pronto me dijo algo que estuve esperando cada vez que follaba a una mujer, cada vez que me cagaba a algún weon en la pega, cada vez que cometía una injusticia frente a la sociedad, cada vez que miraba fuera de la ventana esperando una llamada que fuera de...

-Perdón. Por favor, perdónameeee...

Y fue su último suspiro.

Estuve dos horas con la cabeza gacha y las manos temblando. Ella, solamente era una mancha en la cama del departamento y mi vida, era parte de esa mancha lo que me provocaba escalosfríos y espasmos cada 5 ó 7 minutos. Por primera vez en años, en muchos años, lloré. Como un niño pequeño que necesitaba un dulce.

Caminé, caminé y caminé hacia la ventana del loft y vi hacia el suelo. Entonces, me di cuenta, que aunque fuera capaz de matar, no llegaba al punto de eliminarme a mí mismo. Tomé mi BlackBerry Bold y llamé a mi secretaria. Fue como llamar a tu mejor amiga y que ella llegara de inmediato a ayudarte. Tu mejor amiga.

Me he puesto sentimental. Me han dado ganas de vomitar mi Alfombra Persa. Asco.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 14 (Re-Publicación)

Paseamos en mi auto, luego de conversar en aquel restaurante. Es como si volviera al pasado, pero con la diferencia de que no andábamos abrazados por el Metro de Santiago queriéndonos. Seguía hablándome de su vida, de las cosas que le pasaban, de las cosas que quería que le pasaran. Con esa voz que me hacía sentir persona, con esa actitud que me hacía recordar que las cosas fueron buenas en algún momento.

Le dije si quería follar. Me miró y me dijo que fuéramos a mi departamento y viéramos. Con eso comprobé que había cambiado.

Al menos eras fiel puta de mierda.

Debo confesar que estaba demasiado nervioso. Como nuestra primera vez. En que me mostraste el amor que podía sentir de otra persona... cosa que no he vuelto a hacer, eso le resta, digamos, fuerza a los orgasmos.

Te mostré el lugar como si fuera un niño pequeño, rápidamente, esa sonrisa con la cual te recordaba y que alegraba mi corazón (en algún momento tuve eso que llaman corazón) se presentó. Me estaba ablandando.

Sí, eso era. Me estaba ablandando.

Y ahora comenzabas a felicitarme por todo lo que he logrado, por todas las cosas que tenía, por lo que estaba haciendo por lo que iba a hacerte maraca de mierda, te tomé por la cintura y te besé como antes besaba, con fuerza, pasión, con nuestras lenguas jugando. Te llevé hasta la cama jugando con tu entrepierna y la mía, mientras se rozaban, nos tendimos y te dije que siempre estaría aquí para ti, que no me dejaras, pero lo dije bajo, muy bajo, tanto que ni siquiera yo mismo entendí lo que dije y me miraste con esos ojos llenos de deseo, que de pronto pararon.

-No, mejor no, ya? Esto nunca debió haber sido ni será. Ni volverá a seeeeeee......

Antes de que terminaras la frase, ya te estaba ahorcando. Fuerte. Cada vez más y más y más y más y más y más y más y más...