domingo, 12 de enero de 2014

Echar de menos...

Extrañar a alguien, para muchas personas, significa necesitar a esa persona para seguir viviendo o volverse dependiente de esa persona... pero no. No es eso exactamente. Es la manifestación de cuánto quieres a esa persona en tu vida, no como un apoyo solamente... si no que tenerla para quererla y que te quieran.

Extrañar a alguien es la manifestación más pura de lo que simplemente significa el amor. Recordar lugares que visitaste con esa persona, momentos que compartieron o esas conversaciones o consejos, son parte del querer. Recordar la risa de esa persona, su voz, sus manos tocándote.

Eso debe significar querer.

Y echo tanto de menos. Extraño mucho. Tal vez esa persona también me eche de menos. No lo sabré con palabras... quisiera saberlo con acciones. Quisiera volver a, aunque sea un instante, abrazarla.

Los que echamos de menos de esta forma tan simple y pura, solemos no pedir demasiado, ¿sabes? Un abrazo y un te quiero...

sábado, 11 de enero de 2014

Vaiven

En ese preciso instante en que volvió, todo cambió. Fueron sólo unos días, pero sentí que era feliz otra vez... pero nuevamente, se fue.

Un sentimiento que va y viene. No sé qué más hacer, estoy perdido. A veces, siento que simplemente debería desaparecer. Soy el factor que sobra. Tal vez, eso haga. Así, esto no seguirá pasando nunca más.

Sí. Quizás lo haga. Quizás desaparezca... o tal vez solamente seguiré soñando.

viernes, 10 de enero de 2014

Amargo

He tenido cumpleaños raros. Otros buenos. Pocos inolvidables. Pero el alguna vez tuve uno... Amargo.

Todo por pensar en cosas que ya no puedo (o siento que pueda) resolver. Personas que se alejan y quizás no vuelvan (siempre pensando en el tal vez...) y saludos que ya no hay.

Es inevitable que te afecte. Aunque debas fingir ante todo el mundo de que estás bien, que te sientes feliz por su atención, por sus regalos, su cariño cuando sabes que hay un cariño, que ya no está... Y eso duele.

Cuesta imaginar que haya situaciones que calen tan profundo en la vida. Me encantaría ser como el resto que no le importa nada, que deja pasar, que sigue adelante... Yo sigo adelante, pero con dolor.

Escribo acá tranquilo, porque sé que mis palabras quedan en nada. Nadie le importa. Y será así incluso dejando esto tirado, que deje de escribir, que deje de existir... Porque para todos la vida es más fácil. Es leer y seguir. Nada más.

No puedo más de amargura. Y a nadie más le importa...

lunes, 6 de enero de 2014

Cuento: Posibilidad

Por fin las tengo en mi poder. Están frente a mí. Tengo suficientes como para desaparecer para siempre y no volver a molestar a nadie más. Son la dosis justa para que nadie pueda intentar salvarme. Será lento y anestesiante. Un final que no merezco. Debería ser uno intimidante, castigador. Como todo lo que me pasa. Un castigo que merezco tener.

Pero es la única salida que tengo. Es la dosis que necesito para irme. Para que todos quienes me odian, aborrecen, desprecian por fin griten ¡victoria!, hemos vencido. Aunque fui derrotado en vida, es bueno morir para completar el circulo.

Tengo la tira lista, el agua también para facilitar el proceso. Aunque, si quisiera lograr algo con mayor destrucción y eficacia, utilizaría aguardiente o algún otro espirituoso. De esa forma, lograría un shock inmediato. Uno cardiaco, tal vez.

Eso que ansío tanto tener.

Pero no. Creo que lo haré anestesiándome. Eso necesito, anestesiarme de todo lo que me rodea, olvidar de la mejor forma posible: caminando hacia la nada. No sé si tomarlas de a una o varias a la vez. Debo evitar, bajo cualquier circunstancia que logren salvarme. Debe ser limpio. Debe ser cuidadosamente hecho. Debe ser inteligente.

Debo ser hábil.

Lo único malo será que no tuve la oportunidad de despedirme. ¿Qué importa eso ahora? Sólo hay que despedirse de aquellos que quieren ser informados de eso. 

Las tomaré de a poco hasta desvanecerme. Me rindo. Ganó la vida...

miércoles, 1 de enero de 2014

APS

Hace tiempo no escribía, pero en este momento, siento que debo hacerlo. Es algo que pasó hace mucho, pero que sentí que hoy debo expulsarlo.

Un día, conocí a alguien y era una persona muy especial. Era dulce. Muy dulce. Inteligente, preocupada. Me sorprendió saber que existía alguien así. Y la quise seguir conociendo, tanto como ella a mí. Era especial, sabes? Pero las circunstancias me aplastaban. Nos aplastaban. Pero una linda amistad había nacido. Era preciosa. Era lo que siempre quise que fuera... hasta que sentí algo.

Sentí que ella me quería más de lo que decía. Debe ser un mal entendido, pensé, pero no. Cada vez sentía más y más que sus sentimientos eran puros. Y era tan dulce, lo dije verdad?, era tan tierna, tan  niña... que no dejaba de pensar que podía ser así. Hasta que un día decidí ponerla a prueba para saber si yo estaba equivado o no... y no; no lo estaba.

Algo me hizo click. Esa tensión de cariño más allá que la amistad que tanto había sospechado, se había hecho realidad. Esos casi besos al despedirnos cada vez... No supe qué hacer porque, vuelvo a insistir, las cirunstancias no me dejaban actuar con claridad. Era una época confusa en mi corazón. Entre la frialdad que prometí mantener y la ternura que esta dulce niña me comenzaba a provocar. Todo era difícil de ver en ese momento.

Dije, se la va a pasar. Pero no. Me conquistó. De a poco fui sintiendo que se volvía importante para mí, inevitablemente importante. Que me gustaba hablar con ella, que estaba dejando que me conociera más allá de lo que debía, que su voz, sus ademanes, su mirada, su compañía... todo era para mí algo importante. Qué fue lo que pasó que dejó que me sucediera esto?, qué tenía su alma que abrió la mía?

Tenía tantas dudas, y quise que ella fuera feliz. Y quise aclararlas, para que supiera que al final nada pasaría, que su amistad era más importante. Nos juntamos. Hablamos. La miré, más nervioso que nunca y... nos besamos. Fue el beso más tierno que he dado nunca, más dulce, más lindo, más puro, más verdadero... y tuve miedo. Porque ella era tan buena, tanto...

Y seguimos así. De vez en cuando, cariño y amor, otro tanto, sólo amistad. Era un va y viene que nos daba paz cada vez que estábamos juntos, era como un mundo aparte, paralelo. Un mundo que me hacía feliz y tranquilo y ella me quería más y más, y yo también comenzaba a sentir lo mismo pero, pero, pero, pero... las circunstancias... nos aplastaron.

Ella se alejó por primera vez. Fue pacifico, amoroso, tierno, pero triste. La respeté porque quería que estuviera bien. Lloré como hace años no lloraba, porque estaba perdiendo a alguien que se había convertido en una parte tan fundamental de mí. Y tenía nuevamente miedo, miedo de que desapareciera para siempre de mi vida y yo no hacía nada para detenerla. Y no hice nada. Hasta que la volví a ver, unos meses después.

Y le dije una sola frase al abrazarla inocentemente: "te extraño". Eso la descompensó, según me dijo posteriormente. Y le volví a hablar para que supiera que no quería incomodarla y esas cosas... pero resultó todo lo contrario. Nos quisimos otra vez... otra vez estabamos de amigos. De esos amigos especiales...

Fue otro tiempo muy lindo. Más fuerte, más unido. Más tierno, más dulce... me confesó su amor.

Por segunda vez, hubo un quiebre. Esta vez más doloroso, puesto que fue sin aviso. Sólo huyó. Me dolió tanto, fue una pena negra y me di cuenta de que... volví a amar. Fue tarde y doloroso... e hice la locura de esperarla hasta volverla a ver un día, en una estación de metro. Y la esperé, y la esperé y ella llegó y me abrazó y lloramos y le dije que la amaba... pero era el principio del fin.

Ella quería alejarse. Sólo un par de semanas más y se fue definitivamente. No aguantó las circunstancias: sus creencias, el contexto, el que no nos pertenecieramos completamente por esos motivos y más... no lo aguantó. Y decidió escribirme una carta. En ella, en el último párrafo, se despidió de mí.  Dijo que me extrañaría. Cuando hablamos, tenía miedo que la leyera. Era el miedo de que yo leyera que se despedía o que tal vez ese iba a ser el único recuerdo que tenga de ella hasta ahora?

3 días después, ella decidió pedirme solamente ser amigos. No acepté. Al día siguiente, me dijo que se iba para siempre de mi vida y me borró de su historia. Lloré a mares, con un dolor de no haber podido hacer nada. Y no hice nada, la dejé ir. Porque, en definitiva, sufría tanto como yo por no poder estar juntos 100% como debería ser.

Nunca la olvidaré. Su dulzura, su preocupación, sus "porras", sus ánimos, su inteligencia, sus sueños, su decisión. Era diferente a todas. Era especial y la dejé ir. Asumo mi responsabilidad, no supe como manejar este tema y salió mal.

Fueron meses lindos, sabes?, y al último, también me enamoré de ti. Nunca leerás esto, aunque me gustaría saber que sí lo hiciste. Siempre serás un lindo recuerdo. Encontrarás a alguien que crea lo que tú y sea parte de tus pensamientos, no yo que era un simple tonto queriendo ser querido y con ganas de ser feliz para siempre contigo.

Siempre soñaré con esa casita en el campo que te dije que quería. Con muchos niños dando vueltas por ahí y viviendo de la tierra. Ojalá leas esto, porque quizás yo ya no esté. Mi corazón sufre tanto que me hace pensar lo peor. No sé qué más hacer por ti... para que de verdad me creas cuanto te amé...

Eres algo tan lindo y tierno, lo que me pasó fue tan bonito contigo, tan puro a veces... espero volver a verte de lejos y que sepas que siempre te querré, siempre, no importa cuantos años pasen, siempre mi corazón te recordará como la niña más peque que haya conocido jamás. Cambiaste mi corazón, lo volviste a enternecer, fui persistente, insistente, paciente. Nada de eso resultó. Lo sé. Y me duele aceptar el no volver a verte cerca, paseando conmigo o comiendo un helado o simplemente riendo a carcajadas de algo que te dije para verte feliz...

Adiós Para Siempre.-