miércoles, 16 de noviembre de 2011

Explota.

Esa rabia incontenible por la falta de deseo de vivir, por la cada vez menor capacidad de entender el dolor ajeno y el propio, esas ganas de destruirse poco a poco.

Eso pasa a menudo.

Pero ya no aguanto eso. Hay momentos que la rabia me consume y no sé cómo detenerla, como parar esas ansias de querer desaparecer, de arrepentirme de cada segundo que he hecho en estos últimos años, de, simplemente, no estar aquí.

Llegué a esto cuando me di cuenta que no podría lidiar con separaciones involuntarias, con abandonos premeditados y con desprecios sin sentido. Cuando eso pasó y me di cuenta que cada paso que doy y cada cosa que hago me duele, es que quizás esté callendo en eso que hace un tiempo casi me carcome vivo.

Si eso pasa y termino explotando, quiero que sepas que no hay forma de detenerlo, sólo de atenuarlo. Y cuando la encuentre, la ejecutaré y dejaré de lamentarme y comenzaré a levantarme. Ya llegará. La espero. Esa, la solución a todos estos problemas que me persiguen con la tenacidad de un sociópata.

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