martes, 7 de diciembre de 2010

Prozac - Cap. 12 (Re-Publicación)

Por fin llegó el momento en que podré verla. Por fin puedo imaginar el instante en que ella llegará y me saludará y escucharé su voz y en que, podré comprobar por fin, si sigue teniendo esa aura. Esa aura que me tiene tan expectante actualmente.

Sigo en mi oficina esperando pacientemente a que llegue la hora convenida. Salir de ahí, correr hacia mi auto y dirigirme hacia el lugar acordado. Nadie debe saberlo. Ni siquiera la puta de mi secretaria, es la que menos debe saber. Si la conozco como creo que la conozco, aunque no creo que mejor de como conozco sus genitales, armará un escándalo que puede repercutir a la oficina y me veré en la obligación de golpearla, esta vez no los pechos o las nalgas o tal vez su clítoris, si no que en plena cara para que aprenda la muy maraca.

Mientras pienso en eso, abro la puerta de mi auto, esta vez vine en mi BMW, no quería presumir demasiado, aunque ya presumo al ser automático y con un reproductor de CD/MP3 que combina perfectamente con la elegancia del tablero central de mando de cuero el cual posee un gestionador GPS de última generación que venía, curiosamente, incluido en el modelo lo cual le da un toque delicioso al vehículo.

Al sentarme, pienso que tal vez hubiese sido mejor echarme un par de condones, pero luego me relajo al saber que en la guantera con puertecita automática que se activa mediante acerco cuidadosamente mi mano hacia ella, se encuentra una caja... aunque prefiero no pensar en eso, ya que si, en algún remoto caso llego a follar, será a capella. De eso no hay duda.

Voy camino hacia allá a toda velocidad, aprovechando la Costanera Norte, la cual proporciona la adherencia necesaria a mi auto último modelo. Aunque eso no me preocupa tanto como me preocupa el hecho de que ella se vea tan linda, hermosa, deseosa, tan puta como siempre la he recordado que mande todo al carajo y no sepa como reaccionar, tal vez reaccione queriendo avalanzarme a ella y quiera ahorcarla como siempre soñé, o tal vez golpearla de tal modo que esa boca que hace maravillas se deforme totalmente y no deje de sangrar y escupir dientes y comience a vomitar porque la golpee en el bajo vientre, ese que desearía a la vez besar y acariciar con la punta de mi miembro. Sólo son pensamientos, nada más lejano a un plan.

Estaciono el auto y comienzo a temblar tanto, tanto que necesito un prozac de emergencia, lo tomo sin agua y me siento en la mesa que reservé y ella aún no llega, pero falta poco porque es puntual, lo es, siempre lo ha sido y llega de pronto.

Esa voz de mierda que deseo escuchar por fin se hace fuerte. Es hora de fingir que estoy bien y no con ganas de cortarme la yugular ahí mismo.

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