sábado, 26 de diciembre de 2009

Tus Aros


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Me encantaba cuando te quitabas los aros. Lo hacías tan lentamente que me estremecía. Pienso que, de algún modo, sabía lo que se venía. Eso significaba que ibamos a estar juntos toda la tarde. Nosotros y nadie más. Una sensación que no he vuelto a sentir.

Al final lo único que me queda de ti es eso. Tus aros encima de mi velador, esperando el momento en el que te los podrías volver a poner. Y eso, era después de mucho rato, mucho, mucho rato...

Un día pensé regalarte unos. Y lo hice. Te gustaron tanto, nunca olvidaré ese día, porque fue casi perfecto. Si no fuera porque, finalmente e igual que siempre, terminamos discutiendo un poco. Pero nada que horas por teléfono no solucionara. Y nada que no solucionaran esos aros.

Recuerdo que tenían motivos bien hippientos. De hecho, tenía esos "ojos de la suerte" que son azules, no cacho cómo se llaman. Me preguntaste que "qué significaban". Te dije que iba a preguntarle a alguien que de seguro sabía, que de todas formas eran de buena suerte y daban buenas vibras. Saltaste de alegría. Y me besaste. Ya eran tuyos.

Nunca alcancé a verte con ellos puestos, pero, sabes? Sé que algún día los usaste. Tal vez ahora los botaste o los tienes guardados, o los regalaste. Pero te imagino con ellos puestos, besándome tiernamente y dejándolos en el velador...

Hasta el día de hoy.

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