domingo, 1 de marzo de 2009

Abajo con el dolor


Vete de aquí, le grito. Pero no se va. No quiere irse. No me sigas, le insisto. Quiero que dejes de molestarme, que no seas más un maldito perseguidor, que me dejes en paz. Pero no quiere. Está ahí. Escondido. Y se asoma siempre cuando estoy más desprevenido.

Sin darme cuenta me he vuelto lejano a mi mismo. Necesito tanto decirle esto a alguien, pero ya no tengo a nadie a quién decírselo, sin causar dolor, confusiones o weas raras que solamente me hacen pensar lo bien que me hace (le hace a los demás más bien) estar lejos...

Quiero tanto un abrazo. Que me digan que todo puede salir bien. Sé que tomaré una decisión equivocada y jamás nadie lo sabrá. Quizás ya la tomé.

No sé qué más hacer. Hace tiempo que no hay nada en mi corazón. Simplemente, se me congeló el alma y se me quebró el esquema. No hay nada después de eso.

Aunque crees que me lees, que estoy detrás del MSN, que subo fotos a Facebook, que me pelié contigo, que me divierto o que compartimos algunos intereses comunes... yo, simplemente... no estoy.

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